“Es un relato cautivador. Dos vidas “fortuitamente” enredadas por el mar y, en la orilla, la amistad ejerciendo de literal salvavidas… Es un auténtico regalo narrativo que a su vez insinúa sugerentes posibilidades escénicas y escenográficas”, comenta Fernando Bernués sobre esta obra que ha dirigido. La llevan a escena Adolfo Fernández y Markos Marín con los que hablamos.

-¿Cómo es tu personaje? Descríbelo…

ADOLFO FERNÁNDEZ: Walrus es un hombre muy vivido, ácrata, un poco payaso. Ha construido una particular filosofía de vida basada en disfrutar de las pequeñas cosas.

MARKOS MARÍN: Nilo es un personaje con el que muchos nos podemos sentir identificados. Ha vivido toda su  vida en un equilibrio emocional precario, es hombre traumado, con miedos y no ha  desarrollado herramientas para desenvolverse con eficacia en la vida. Cuando una serie de sucesos le golpean, entra en barrena y cae en depresión, pero en el fondo es un luchador y  nadará a contracorriente para salir del remolino en el que se encuentra.

-La función nos narra que “Nilo es un actor mediocre al que ya no le dan trabajo. Su mujer lo ha dejado y él entra en una espiral de pensamientos autodestructivos. Gracias a Walrus, un nadador experto que oculta un trauma familiar, Nilo aprenderá a nadar a los cuarenta y ocho años…”

A.F.: Es una función divertida y profunda a la vez. Nilo es un tipo ingenuo, que se compadece de sí mismo y eso le convierte en un ser patético que no para de meter la pata.  Walrus juega con él, se convierte en su maestro, le pone a prueba constantemente y poco a poco le muestra una forma diferente de ver la vida.  Todos tenemos algo de Nilo y el espectador se identifica enseguida con ese perdedor tan querible y tierno.

 

-Esta función nos habla principalmente de…

M.M.: Es una historia de superación, de amistad, de salvación. Dos personas heridas que se sanarán gracias al mar y al vínculo que generarán entre ellos, recuperando así la ilusión por vivir. Se perdonarán a sí mismos y aprenderán a perdonar.

A.F.: La amistad. El aprender a nadar y el mar como metáforas y, sobre todo, como nexo de unión de dos personajes masculinos nada ‘testosterónicos’, con muchas capas que rascar y abiertos a expresarse, a entenderse y a quererse

-Comenta Fernando Bernués que “Éste es un relato cautivador. Dos vidas “fortuitamente” enredadas por el mar y, en la orilla, la amistad ejerciendo de literal salvavidas… Es un auténtico regalo narrativo…”, ¿por qué?

A.F.: Porque la base del espectáculo es una estupenda novela de Adam Martin (por cierto, Premio Ondas de este año por su podcast “Gente normal”) y por la fantástica adaptación que ha hecho María Goiricelaya.

-¿Con qué frases de tu personaje te sientes más identificado?

A.F.: “Primero una brazada y después otra”.

M.M.: “El Mar me sigue ignorando, como siempre lo ha hecho, como siempre lo hará. Ahora me  inspira respeto, pero ya no me da miedo.”

-¿Qué destacarías de la escenografía descrita por Bernués como “naif”?

A.F.: La escenografía es un auténtico hallazgo de Fernando. 300 cubos de playa inundan el escenario creando el espejismo de un mar, que sería nuestro tercer personaje en escena.

M.M.: El mar no solo es el camino por el que discurre la historia de Walrus y Nilo, también es el gran antagonista. Es un todo: la luz, la escenografía, la música y las video proyecciones. El público tendrá la oportunidad de zambullirse en el mar con nosotros.

-¿Que le aporta el teatro a tu vida?

M.M.:  El Teatro es mi vida. No puedo imaginarme desarrollando otra actividad, aunque a veces las circunstancias tan duras de esta profesión me hagan soñar con encontrar alternativas vitales.

A.F.: Conocimiento, compromiso y alegría. Soy feliz en un escenario.