Una obra de Edward Albee, dirigida por Nelson Valente. Hablamos con Alicia Borrachero y con Manuela Velasco, dos de sus protagonistas. 

-¿Quién y cómo es tu personaje?

ALICIA BORRACHERO: Agnes es, ante todo, esposa y madre. Vive con Tobías (Ben Temple), su pasivo marido, y con su hermana Claire (Manuela Velasco) que es alcohólica. Viven en un delicado equilibrio desde que hace años ocurrió un hecho muy desgraciado. A costa de todo y, por encima de todo, ella se encarga de que nada se desmadre ni se descontrole. También su hija Julia (Anna Moliner) vuelve a casa después de divorciarse y reclama atención.

MANUELA VELASCO: Soy Claire, una mujer entrada en los cuarenta, soltera, sin hijos, sin trabajo. Tenemos una posición económica acomodada. Vivimos bien en lo material pero somos una familia herida, marcada por la muerte de un niño. Yo soy la única que he atravesado el dolor. Se dice de mí que quiero morirme y me paso la vida bebiendo para conseguirlo. Yo creo que bebo para soportar la prisión que es esta familia. Tengo una relación terrible con mi hermana. Parece que mi único propósito en la vida es desequilibrarla, violentarla, sacarla de su alienación.

-Agnes y Tobías, una adinerada pareja de mediana edad, ven rota su complaciente vida cuando Harry (Joan Bentallé) y Edna (Cristina de Inza), sus amigos de toda la vida, aparecen en su puerta. Afirmando que un “miedo invasor” y sin nombre les ha obligado a abandonar su propia casa, estos vecinos traen una tormenta de dudas y recriminaciones…

MANUELA: Habla de las relaciones personales más cercanas, de la familia y de los mejores amigos y se plantea cuánto hay de real y de honesto en el amor que nos profesamos. ¿Realmente nos queremos o solamente nos aguantamos porque forma parte del sistema o de la vida que se supone que debemos vivir?. ¿Me quieren?. ¿Quiero yo?. Y, ¿Cuánto peligro entraña hacerse o hacer esta pregunta de verdad?.

 

-¿Cuáles son los principales temas de los que nos habla “Un delicado equilibrio”?

ALICIA: El texto tiene muchas capas y habla de muchos temas. Nos habla de un tipo de sociedad occidental acomodada en la que hay una estructura familiar que se sostiene y que se conserva de cualquier manera para que no nos enfrentemos a la soledad y al vacío. Y también nos habla de cómo aprendemos a manejar y cómo encaramos el dolor. Cada personaje tiene una actitud ante el dolor.

MANUELA:  Voy a escoger un título de Carver (“¿De qué hablamos cuando hablamos de amor?”) para contestar a esta pregunta. La obra ahonda en la hipocresía del sistema sobre el que construimos nuestras vidas y relaciones cimentadas en las apariencias y carentes de afectos. Y en un plano más amplio, habla de la crisis del mundo occidental, de la angustiosa sensación del fin de la seguridad, de la estabilidad, de lo permanente.

-En la presentación de la obra se comenta que “Los protagonistas producen en el espectador sentimientos violentamente contrastados: ternura, repulsión, compasión, indignación, simpatía. E, incluso entre ellos, la tensión del vínculo preestablecido va cediendo por momentos mediante variantes inesperadas. No parecen personas sino dolores, heridas que no cierran…”, ¿Estás de acuerdo?

ALICIA: Sí. Y añadiría que hay mucha crueldad en esta obra. Crueldad como un dolor no habitado, no transitado. Pero crueldad que se transmite y de la que se habla de una manera “educada”. Hay mucho dolor. Los protagonistas tienen comportamientos fascinantes tanto para interpretarlos como para verlos en escena. Y hay mucha ironía en la relación entre los personajes. Se comportan de una manera casi correcta pero, por debajo, está todo lo demás. Durante la función las heridas se vuelven a abrir. Pero con el estilo del autor, con mucho humor ácido.

MANUELA: Todo eso puede pasar y también todo lo contrario. La obra plantea una brecha, un abismo. Albee ni responde a las preguntas ni da moralejas. Cada espectador ve su propio terror.

-Tu escena favorita tiene lugar cuando…

ALICIA: Al inicio de la obra. Es una escena matrimonial en la que estamos mi marido y yo. Acaba de ocurrir algo. El marido no habla y mi personaje no para de hablar. Le amenaza con perder la cabeza, le advierte, medio en broma, medio jugando. Es una escena nada fácil. Todavía la estoy investigando pero es mi favorita.

MANUELA: El desenlace del Acto 2 con todos los personajes en el escenario. La hija (Anna Moliner) tiene una crisis nerviosa y genera una situación violenta y absurda. Me encantan los mutis que vamos haciendo los personajes y el remate de Claire.

-¿Qué tipo de relación mantiene tu personaje con Tobías y con Harry?

MANUELA: Con Tobías, mi cuñado, tengo una relación ambigua. Parece una relación cercana, cómplice y relajada pero esconde mucho dolor y resentimiento. Con Harry (mi vecino) es superficialmente cordial y profundamente terrible y violenta.

-También comenta el director que “La realidad del mundo de hoy en día no podría ser más ajustada al trasfondo de inquietud que presenta la obra. Todo lo que podría ser una garantía de estabilidad ya no lo es; todo lo que se ha construido ve temblar sus cimientos…” ¿Qué añadirías?

ALICIA: El texto tiene un premio Pulitzer. Cuando lo leí fue una gran sorpresa porque es absolutamente vigente. Habla de nuestro inestable Mundo. Tratamos de controlarlo, de dirigirlo, de evitar lo inevitable y, cada día que pasa, vivimos en un mundo más incierto. Y creo que esa estructura que construimos y en la que nos refugiamos inconscientemente es como cada uno de nosotros. Para no estar solos con nuestro vacío.

-¿Es ésta una obra con humor negro?

ALICIA: Yo lo llamaría un humor muy ácido, muy descarnado y muy inquietante. Los personajes se dicen barbaridades con mucha educación. Se sueltan “bombas” toda la función.

MANUELA: La obra tiene situaciones y diálogos fantásticos, a veces rozando el absurdo. Los personajes se dicen las verdades más brutales a veces con exquisita elegancia, a veces con ironía y a veces  con una honestidad feroz. Todo regado con buenos martinis, lo que hace que la cosa se ponga peligrosa y divertida.

-Según tu opinión, ¿Qué distingue a Edward Albee como escritor?

MANUELA: Le oí decir en una entrevista que él “no escribe pensando en el público, que quiere contar una historia y va adelante con ello sin hacer concesiones al gusto general.” Creo que sería que Albee no es complaciente. Es profundo. Plantea las grandes preguntas y no te da respuestas que te hagan sentirte seguro. Y tiene una extraordinaria sensibilidad para captar y contar la decadencia de la clase social acomodada en Estados Unidos a mediados del siglo XX.

ALICIA: Es un autor muy personal. Es un maestro imaginando una dramaturgia. Nos plantea una alta comedia de “whisky y sofá” con una profundidad y una hondura increíbles. Es uno de los grandes autores que han puesto el espejo delante de la alta sociedad occidental, de la burguesía americana.