Desde 2018 el equipo de Cultura y Conflicto ha llevado a cabo un minucioso trabajo de búsqueda periodística y creación escénica sobre las que se basa esta función. Hicieron varios viajes a Bosnia y Herzegovina en los que mantuvieron muchas horas de conversaciones con algunas de las mujeres supervivientes de la Guerra iniciada en 1992. Ariadna Gil da vida a Nevenka, una de las más de 25.000 mujeres que fueron violadas o sometidas a abusos sexuales durante esa Guerra y una de las protagonistas de esta función.
-Interpretas a Nevenka. Es de origen croata y fue violada por un militar serbio durante la guerra con Bosnia y Herzegovina.
Ella sufre la guerra en un pueblo pequeño del norte, muy cerca de Bosnia. Es una mujer humilde, del medio rural. Sin duda, eso también marca su historia. Actualmente vive muy aislada, dentro de los bosques, y es una mujer que claramente tiene unas secuelas emocionales muy fuertes.
Tiene muchos miedos y vive con mucha soledad. Si ya vivía en un ámbito aislado, en mitad de la naturaleza, lo que le pasó la aisla aún más. Aunque, después de grabar el documental, fuimos a hacer la función allí y hay una mejoría en su mirada, en su rostro. El hecho de poder contar y ver que a alguien le importa su historia, es sanador. Cada vez que manda una foto al equipo parece que está algo mejor que cuando la conocieron por primera vez.
“Lloré como la lluvia”. Esa imagen define muy bien su historia»
-Nevenka dirá en escena: “Tengo la sensación de que todavía hay alguien escondido aquí, dentro del bosque”. ¿Qué otras frases consideras que efinen su situación?
Hay un momento en el que Nevenka cuenta que, después de un tiempo, necesita ayuda, la busca y no la encuentra. Desesperada va a la iglesia y cree que eso fue peor. Tampoco hay consuelo allí. Y, al no encontrar respuesta, comienza a llorar y dice “Lloré como la lluvia”. Esa imagen define muy bien su historia.
-Joan Arqué, el director de esta función, comenta que “Ellas son las protagonistas de nuestro montaje. Nosotros tal vez sólo tenemos que hacer lo que no hicimos cuando tocaba: escucharlas…”
Sí, porque aquí no hay personajes. Son personas reales. Tenemos sus grabaciones, las hemos conocido, sabemos cómo lo cuentan e intentamos hacerlo llegar de la forma más fiel. En algunos casos te das cuentas de lo difícil que es la situación ya que algunas no pudieron ni narrárnoslo. Los intérpretes somos un canal para la historia de ellas. Es difícil, porque no queremos caer en el sensacionalismo o en el drama por el drama. Pero es un proceso muy enriquecedor.
«Se trata de darle voz a estas mujeres por múltiples canales»
-¿Quiénes y cómo son las otras protagonistas femeninas de la función?
La obra se basa en los testimonios de personas reales. Meliha es de origen musulmán y lleva la asociación de mujeres victimas de la guerra. Ella fue violada junto a su madre, que también está representada en la función. Milica es de origen serbio Con ella están representadas las tres etnias de la Guerra. Las consecuencias fueron los nacimientos de muchos hijos/as y en la función se da voz también a esos hijos/as. Como la historia de una chica inglesa que fue sacada de Bosnia al nacer. Su madre no quería saber nada de esa niña. Unos periodistas ingleses que conocen esa historia adoptaron a ese bebé y, después de muchos años esa niña, que ya es casi una mujer, empieza a escribirse con su madre biológica. Finalmente va a conocerla. Es una historia sobrecogedora.
-Pese a todo, ¿hay lugar en la función para la esperanza y para creer en la Humanidad?
Llevamos mucho tiempo haciéndolo y el público se sorprende de que, aunque sale tocado, no es un montaje oscuro. Es también ágil. No es una recreación del dolor, sino una reflexión sobre dónde empieza la guerra y dónde acaba. Además, los intérpretes recordamos dónde estábamos en ese momento, en la España de los Juegos Olímpicos de Barcelona 92.
-Para la autora, “La guerra continúa presente en sus cuerpos, en sus hijos, en su vida cotidiana … y también en la falta de justicia que todas ellas aún reclaman veinticinco años después. Se sienten despreciadas y quieren que se escuche su voz…”, ¿qué añadirías?
La guerra continúa en sus cuerpos. Porque una vez pasa la violación, como en el caso de Nevenka que es de un entorno rural, a esa terrible experiencia hay que sumarle el estigma social y familiar. Pero también el estigma propio. No sentirse bien con ellas o con sus hijos. La guerra se expande a sus cuerpos, a sus familias, a sus amigos….
-La productora ha realizado un triple proyecto. ¿En qué consiste?
Es cierto que empieza todo con la intención de hacer un libro. Al ir a Bosnia a buscar a esas mujeres, nace la posibilidad de un documental, pero ya desde ese momento Anna María y Joan Arqué veían que detrás había una obra de teatro. Me llamaron y desde el principio he estado relacionada con el proyecto. También hay charlas, coloquios y hemos ido a representar la función allí. El proyecto es darles voz por múltiples canales.
-En escena habrá también está la música de Judit Farrés, Pep Pascual y Erol Ileri, ¿qué destacas de ella?
Hay música electrónica, música en directo que ayuda a que se vayan rompiendo esos momentos más duros. La banda sonora es importantísima porque crea ambientes, mundos, atmósferas. Es un elemento más de la dramaturgia. Y también las proyecciones. No olvidemos que tienen un papel importante. El montaje es muy sencillo, pero muy rico en estímulos visuales y sonoros.
Completan el elenco Chantal Aimée, Óscar Muñoz, Magda Puig, Judit Farrés, Erol Ileri y Pep Pascual. Es una producción de Cultura i Conflicte y Teatre de L`aurora. Con la colaboración del Teatro Nacional de Cataluña y la coproducción de Temporada Alta.