Iñaki Rikarte ha versionado y dirigido esta obra de Calderón de la Barca que lleva a escena la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico.
-“El monstruo de los jardines” se inspira en el episodio de Aquiles en Sciros, escondido por su madre, la ninfa Tetis, en la corte del rey Licomedes. Está disfrazado de mujer para que no se cumpla la profecía de su muerte en Troya…. ¿Qué más le puedes contar a nuestros lectores sobre la historia de esta obra?
No quiero desvelar mucho, pero puedo añadir que el astuto Ulises es el encargado de dar con Aquiles y reclutarlo para la guerra porque el oráculo ha anunciado que, sin Aquiles, los griegos perderán la guerra…
-¿De qué nos habla esta función?
El tema principal es la lucha contra el destino. Dentro del corazón del protagonista se da una pugna entre la diosa Venus (el amor) y el dios Marte (la guerra). Hay también un tema muy del Barroco: la realidad y la apariencia. Y también habla del miedo ingobernable de una madre por su hijo, de la necesidad de un adolescente de buscar su identidad y de romper con lo establecido.
-¿Qué has querido destacar de la obra original al escribir esta versión?
Quizás el contexto prebélico de la función me ha parecido especialmente pertinente y éste ha condicionado la versión y la puesta en escena. Y luego, hemos sustituido la palabra hado por “Estado”. La fuerza contra la que lucha Aquiles no es tanto el destino como el interés del Estado (griego, en este caso). De hecho, la liga griega bien podría llamarse Estados Unidos de Grecia o Unión Griega.
-¿Qué tipo de humor hay en esta obra?
Hay muchos tipos de humor. A veces tierno y delicado, otras naif, casi infantil y, por momentos, bastante gamberro. No me lo esperaba, pero Calderón propone un juego muy atrevido y hemos jugado hasta sus últimas consecuencias.
-En “El monstruo” hay versos magníficos pero elige 3 que te encanten…
Cuando Aquiles sale de la cueva y siente celos por primera vez, no sabe cómo se llama ese sentimiento. Le pregunta a Libio, el gracioso, y éste le responde que eso que siente se llama “celos”. Entonce, Aquiles, responde: “¿Celos? Mientes, tú me engañas/ Que no pueden celos ser / a quien una letra falta para “cielos” / y sobran para ser “infierno” tantas.”
-¿Por qué no debería perdérsela el público?
Creo que la obra es verdaderamente fabulosa. Conceptual y poéticamente es casi una fuente inagotable de significados. Sinceramente, sorprende que no se haya representado antes en la CNTC.
En el escenario están los actores Iñigo Arricibita, Xabi Caudevilla, Cristina García, Anaia Hernández, Nora Hernández, Antonio Hernández, Pascual Laborda, Cristina Marín-Miró, Felipe Muñoz, Miriam Queba, María Rasco y Marc Servera.
-¿Cómo ha sido el trabajo con la Joven Compañía de Teatro Clásico?
Son unos actores muy talentosos. Cantan, tocan instrumentos, bailan… Y son un grupo muy unido. Han remado mucho a favor del proyecto. Sin un elenco tan cómplice, no sé si habría sido posible hacer un montaje tan complejo como éste.
-Los clásicos siempre están de actualidad pero esta obra en concreto, ¿por qué?
No sé si de actualidad, pero es inevitable que, al leerlos, afloren conexiones con el presente. Es lo natural. Para poder entender lo desconocido, necesitamos dimensionarlo por comparación con nuestra propia experiencia. Y la experiencia de cada uno está supeditada al tiempo en el que vive. Se podría resumir la obra diciendo que es la historia de cómo reclutan a un soldado. En estos tiempos tan convulsos de guerras que suceden y acechan resulta difícil no relacionar la obra con el presente.
-¿Cómo serán los elementos escénicos (escenografía, iluminación, vestuario y música) de esta función?
El espacio está diseñado por Mónica Boromello, el vestuario por Ikerne Giménez, la música de Luismi Cobo y las luces son de Felipe Ramos. Afortunadamente somos un equipo que hemos trabajado juntos otras veces y nos conocemos bien. La obra sucede en los prolegómenos de la guerra de Troya, pero nos parecía que llevarlo históricamente a ese tiempo remoto rebajaba de algún modo la crudeza de la guerra tal y como la conocemos. Por este motivo, tratando de bajar la función a un lugar más concreto y reconocible por el espectador, hemos trabajado con la década de los 50-60s como referencia para la utilería, el vestuario y la música, aunque no hemos permitido que esta elección nos limite, pues la propia obra original y en general las del Siglo de Oro muestran un gran eclecticismo. Fotografías de Sergio Parra. De Gira y en Festivales de Teatro.