Bajo la batuta del actor y director teatral Juan Echanove, las grandes actrices María Galiana y Lucía Quintana interpretan a una madre dominante y manipuladora y a una hija resignada a vivir cuidando de su madre, que anhela escapar de su asfixiante y enfermiza vida y que se defiende a veces con violencia.

JUAN ECHANOVE

-A estas alturas de tu carrera profesional, imagino que podrás elegir cada proyecto artístico que llevas adelante como actor o como Director, ¿Por qué elegiste dirigir esta función?

Vi el montaje en Madrid de la versión que protagonizó Vicky Peña, dirigida por Mario Gas. Del autor y director Martin McDonagh se sabía muy poco en España. Era inusual en aquella época llevar a escena una obra con el realismo con el que muestra  este autor las vidas de sus personajes y los lugares más apartados que son universales. También los hay en España. Me conmovió y siempre ha sido una función que tenía en la cabeza. Pero me veía fuera de sitio interpretando a alguno de los dos personajes masculinos (que son bombones). Me llamaba, pero desde la lejanía interpretativa, ya que lo que sí que  tiene “La reina…” son dos personajes femeninos de tour de force. Cuando estábamos terminado la gira de “Ser o no ser”, Lucía Quintana (que es una estupenda pre-productora, tiene mucha chispa y buena percepción) me planteó qué “¿por qué no llevábamos a escena este proyecto?. Y lo hicimos…

-Una casa encaramada en una colina del extrarradio de Leenane. En la región de Connemara, al Noroeste de Irlanda. A mediados de la década de los 90. Mag Folan y su hija Maureen (soltera, de 40 años) conviven solas desde hace veinte años. Sus otras dos hijas casadas viven lejos de Leenane…

Viven en un cobertizo de la costa irlandesa en el 94, con una crisis económica brutal. A Maureen el Estado le da muy poco dinero para vivir. Ambas sobreviven practicamante con nada.  Y en ese sitio o te duelen los huesos o te duele el alma. Pero esa humedad y esa fealdad también consiguen una Humanidad desbordante en el escenario.  Entre ambas llenan el espacio de miseria. La hija es como la madre. Es el otro lado del espejo porque no puede soportarla pero tampoco puede renunciar a vivir allí. La convivencia se ve alterada porque vuelve de Londres Pato Dooley que quiere recuperar la relación con Maureen. Su hermano Ray se convertirá en el mensajero de esta “tragedia griega” llevándole a Maureen las cartas de Pato. Pero son interceptadas por la madre, destrozándole a Maureen la poca autoestima que tiene.

-La relación entre Maureen y su madre Mag ha sido calificada durante años de “siniestra, enfermiza, tensa, triste, de manipulación constante”. ¿Cómo la describirías?

De acuerdo con todos estos calificativos. Para mí, la frase que la define es “Tristeza infinita en el fin del Mundo”. Realmente lo que les ocurre es que las dos son manipuladoras porque no tienen otra opción. Maureen, como hermana pequeña, se queda al cuidado de la madre porque tampoco tienen medios económicos para externalizar ese cuidado. Como ocurre en la actualidad en la que muchas mujeres tienen que cuidar de sus familiares. Lo que siempre hemos tenido claro es que tenemos conseguir que no haya una culpable y una inocente. Que sea el espectador el que decida hacia donde va su empatía en esta historia tan real.

-María Galiana ha comentado que interpretar a Mag “le ha supuesto un reto extraordinario y una oportunidad única de cambiar radicalmente de registro”. ¿Cuáles son los principales motivos por los que la elegiste?

Las actrices que interpretan a las dos protagonistas tienen que tener una vitalidad escénica y un compromiso que tienen pocas actrices actuales. Es una función emocionalmente muy complicada. Llamé a María, que estaba a punto de terminar la última temporada de “Cuéntame” y le dije “tengo un personaje”. En su día Gerardo Vera ya había hablado con María Galiana pero lo único que finalmente pudo hacer ella es comprarse el libreto. Me dijo: “¡Ay!. Qué alegría!. Le envié la primera adaptación. María es una actriz muy inteligente. Tiene una visión de todo el Teatro que le queda por delante. Al día siguiente de mandarle el texto me dijo: “¡La quiero hacer!”…Y buscamos a los dos actores masculinos.

LUCÍA QUINTANA

-¿Quién y cómo es Maureen?

Maureen es una mujer soltera, de unos 45 años, condenada a vivir y cuidar de su octogenaria madre en un pueblo perdido de Irlanda. Sus hermanas se casaron y se fueron, pero ella es la que convive en esa relación tóxica y difícil con la dependencia de su progenitora. Una cuidadora que intentará a toda costa sobrevivir y buscar una salida al mundo opresivo en el que parece que está destinada a vivir. Una mujer encerrada, un animal herido.

-¿Cómo describirías tú la relación entre Maureen y Mag?

Mag es una madre tremendamente posesiva y Maureen es una hija tremendamente infeliz. Y son madre e hija solas en un pueblo, unidas por ese cordón umbilical. El autor pone de manifiesto el drama de las personas jóvenes que no parece que tengan expectativa de vida porque tienen que cuidar a un mayor. Compone como nadie dramas que hablan del miedo a la soledad dura y sin remedio, de la pobreza, del paro, la salud mental, la fragilidad, el sometimiento, la crueldad, los sin futuro… 

-En la obra es tan importante el retrato de la relación familiar como el lugar en el que ésta se produce: una Irlanda inquietante, con un paisaje sombrío…

McDonagh describe como nadie los comportamientos humanos en zonas de desplobación. Ellas viven en lo alto de una colina, en un lugar donde llueve, un pueblo pequeño.  “Pueblo pequeño, infierno grande”, dicen en un momento refiriéndose a él.  Y, al mismo tiempo, aman su tierra, están arraigados, necesitan sus raíces. Pero el entorno no les da posibilidades de desarrollo. Les asfixia. Todos tienen miedo a la soledad.

-¿Alguna escena favorita o que te emocione mucho se produce cuando…?

McDonagh compuso dos de los mejores personajes femeninos del teatro contemporáneo. Hay un mezcla muy poderosa de crueldad y de violencia con la fragilidad, con la vulnerabilidad. Es una mezcla difícil de digerir, de observar y es muy animal, muy instintiva, muy defensiva. Las nueve escenas son contundentes, necesarias y muy poderosas pero siento debilidad por una que es la almendra del texto y es donde se produce la quiebra. Sucede cuando sale a relucir un secreto de mi personaje que pone en peligro toda posibilidad de avance y de cambio, y se abre un abismo de incertidumbre en la mirada del espectador.

-¿Cuáles son los temas actuales de los que nos habla esta función?

De muchísimos y muy importantes para la salud y la estabilidad personal. Del miedo a la soledad, el desarraigo, la falta de oportunidades, la falta de ayuda con la salud mental, con la dependencia. De la búsqueda de una vida mejor, del sometimiento del otro, del egoísmo, del abuso, de los límites entre las personas, del anhelo de conexión, del amor…

-¿Cómo son los elementos escenográficos?

Echanove y su equipo han creado un extraña poética de la desolación, la luz llena de matices y de potencia del gran David Picazo sorprenderá, al igual que la escenografía bellísima, pulcra y evocadora de la fantástica Ana Garay. Se desarrolla solamente en el espacio de la cocina de la casa. Y admiro la música y el espacio sonoro impecable y preciso creado por Orestes Gas. Me emociona que su enorme talento esté en este montaje (para mí es una conexión de alguna manera poética con sus padres, Mario Gas y Vicky Peña, que estrenaron por primera vez esta función en este país). Echanove va al turrón. Es un maestro.

-Es la quinta vez que trabajas junto a Juan Echanove. ¿Qué destacarías de él como Director?

Es un director magnífico. Es un maestro. No se pone por delante del texto nunca, es un fiel transmisor y orquesta a la perfección el sentido último de la función. Pero siempre imprimiendo al espectáculo toda la esencia y poética que es necesaria para transmitir la verdad que el autor quiere contar y llegar claramente al espectador. Muy generoso. Con potencia, claridad y dirección certera al alma del que mira. Dando una importancia fundamental al trabajo del actor. Escuchando. Escucha al actor, su expresividad. Asumiendo riesgos, conocedor total del arte escénico. Disfruto mucho cuando me dirige y cuando actuamos juntos también, espero volver a tener ese placer y alegría.

De momento, por supuesto, también lo es y de qué manera, interpretar este magnífico personaje y poder transmitir esta historia que sacude el alma junto a mis estupendos compañeros que están fantásticos.

MARÍA GALIANA

A sus 89 años, la maravillosa actriz afronta un nuevo desafío en su vida profesional interpretando a Mag Folan. Según ha comentado, “es el reverso de la medalla de la abuela Herminia. Interpreto a una madre mala, amargada. La gente me quiere “matar” cuando termina la función.  He buscado la manera de entender qué hace que las personas sean egoístas, metan cizaña constantemente y sen manipuladoras. Como este personaje que piensa que, “como lo ha dado todo como madre”, se merece recibir mucho. Y está siempre pensando: “Parece mentira con todo lo que yo he hecho por ti”. “Con las noches tan malas que he pasado, que yo ahora no reciba nada”. Tira todo lo posible de los demás.  Además, en esta función los protagonistas son personas que están supeditadas a las situaciones terribles que están viviendo en ese pueblo inhóspito. No tienen escapatoria. Para mí es un reto extraordinario.  Y a mí me encanta trabajar en el Teatro.” Completan el reparto Javier Mora y Alberto Fraga. Una producción de OKAPI Producciones. Retrato de Sergio Parra. Desde el 7 de mayo. Teatro Reina Victoria.