Juanjo Artero es uno de los protagonistas de este thriller que fusiona el lenguaje teatral con el lenguaje cinematográfico. Basado en la obra de Fernando Ramírez Baeza, ha sido dirigido por Gabriel Olivares.

-¿Quién y cómo es Roberto Maldonado, tu personaje?

A Maldonado lo han relegado (según piensa él) los de su partido a un cargo intermedio en el Ministerio de Sanidad. Es un político que se mueve por su propio interés. Es ambicioso y desea llegar a la primera línea de la Política. Cuando empezó en Política (como muchos) su intención era la de ayudar pero, después, se encuentra con la realidad del partido y de la burocracia y cambia. Ahora todo lo que le mueve en referencia a la trama de la obra es por su propio bien.

-La función narra que “en el confinamiento, durante la pandemia, tu personaje se ve envuelto en una trama relacionada con la compra de cuatro robots de tecnología americana para hacer test PCR mucho más rápido…”, ¿qué más puedes contarle a los espectadores sobre la historia?

En pleno confinamiento, Enrique Gálvez (Iker Lastra), financiero del Banco Futuro, averigua que está en la lista de posibles imputados por una operación corrupta del Banco. Cuando más desesperado está, recibe la llamada de Silvia Becerra (Ana Turpin), una científica activista de Harvard y cooperante en varias fundaciones que quiere llevar a España cuatro robots de tecnología americana para hacer tests PCR mucho más rápido, pero cuestan cuatro millones de euros y están en China. Enrique también utiliza los robots para fines propios. Él necesita la autorización del Gobierno para que llegue el avión a España con los robots y me llama para pedirme que resuelva los trámites…

-En la función se habla del poder de la prensa, de la ambición, de la corrupción, sobre las trabas del sistema burocrático…

Sí. La obra es como una cebolla con muchas capas y está basada en la realidad de algunas cosas que ocurrieron pero es una obra de ficción. Habla del ser humano, de la naturaleza humana. De lo que es un buen fin y de lo que no lo es. No habla de los políticos o de los banqueros solamente o en concreto, sino de que el sistema destruye las buenas intenciones que tienen al principio los seres humanos. Nos habla también del poder de la prensa  amarilla, que sólo busca dar espectáculo pero sin mojarse. También habla de las personas que en momentos de crisis se enriquecen y de la Inteligencia Artificial.

-En “Robots” hay más de 40 secuencias distintas. ¿Qué tiene de especial esta obra para que su puesta en escena sea casi cinematográfica?

Es un thriller y en la obra parece que Gabriel Olivares tenga la cámara de cine dentro del Teatro. Es como un set de rodaje en el que hay más de 40 movimientos de cámara. Hemos tardado mucho tiempo en los ensayos para coger la dinámica de grupo respecto a la puesta en escena. La escenografía es una parte muy esencial. Es un panel de cristal que va formando distintos ambientes que se ven desde todos los planos. Los actores movemos la escenografía como si  fuese una coreografía. Visualmente queda muy bien.

-La escena más conmovedora se produce cuando…

Se produce al final de la obra. Es cuando el público entiende todo lo que ha ocurrido. Al final también hay un homenaje a los sanitarios y médicos que tanto nos cuidaron durante la Pandemia.

-¿También hay un hueco para el humor?

Sí. Mi personaje tiene mucho humor por su forma de ser ya que no es nada correcta. Al público le recuerda a algún que otro político, aunque él no tiene una ideología en concreto. Dice frases como “No me va s a enfrentar ahora a la maquinaria burocrática”.

 

-¿Qué destacarías de Gabriel Olivares como Director?

Tenía ganas de trabajar con él. Es un Director de Teatro que consigue trabajar en distintos planos. Rebobina, hace flashbacks. Hace un trabajo increíble y ha conseguido lograr que haya mucho misterio en la función. Aunque la obra esté llena de mensajes, es para entretener. La sociedad se ve reflejada la función. Lo que más rabia me da es que no puedo verla como espectador.

Completan el elenco María Asensio, Alejandra Prieto, Abraham Arenas, Arantxa Sanchís y Jesús Redondo.