“Juventud, alegría, sensualidad y luz son las palabras que definen nuestra versión de la obra de Calderón de la Barca”, dice Laila Ripoll sobre esta función que dirige y que ha sido escrita por Carolina África. La llevan a escena Pablo Béjar, Guille Calero, José Ramón Iglesias, Sandra Landín, Juan Carlos Pertusa, Alba Recondo, Nieves Soria y Ana Varela. Es una producción del Teatro Fernán Gómez. 

-En la presentación de esta función comentas: “En el escenario hay colores, luz, sensualidad, alegría, música y juventud brillan en cada elegante verso de este texto… Todo parece hecho a la medida de este Calderón sensual y divertido, en el que una mujer con un sombrerito blanco, al más puro Audrey Hepburn, ubicua y juguetona, es responsable de un enredo monumental que deja al espectador boquiabierto”…

Es una comedia de enredo espectacular de las que se han llamado normalmente “de capa y espada”, aunque en este caso hay poca capa y tampoco hay mucha espada. Pero sí está llena de equívocos, llena de entradas, de salidas, con un ritmo absolutamente trepidante.

-¿Cuáles son los principales temas de los que quieres hablarnos?

Lo que pretendemos es que pasen un rato extraordinario. Es una función que habla de amor, de celos, de relaciones entre hombres y mujeres y, sobre todo, es una comedia de ese Calderón cómico, a veces desconocido, que abre la puerta a la comedia que va a venir después. Tiene un humor muy elegante, muy estilizado.

«Lo que más me gustaría es que el público pasara un rato fabuloso con esta función y que se divierta muchísimo»

-¿Cómo son Doña Ana y Doña Clara, los dos personajes femeninos protagonistas, en vuestra versión?

Doña Ana (a la que interpreta Alba Recondo) es una muchacha posiblemente huérfana, porque no aparecen en ningún momento los padres, pero de muy buena familia. Lo que se llamaba una chica “con posibles”. Se habla de sus blasones, se habla de su poderío familiar. Está enamorada perdidamente de Don Juan (Pablo Béjar). Es una muchacha muy romántica, muy soñadora, con su puntito caprichoso y su puntito de hija única malcriada. Pero con un corazón enorme y que está muy muy enamorada. Doña Clara (Ana Varela) es una mujer mucho más libre, que casi apunta maneras del siglo XX. Es una mujer que no le rinde cuentas a nadie, tremendamente divertida. Es muy hermosa y con un sentido del humor desarrolladísimo.

-Creo que habéis potenciado todavía más la parte cómica y el humor de la historia de Calderón…

La función tenía ya suficiente comicidad. Sobre todo se ha aligerado y se han trabajado mucho esos larguísimos monólogos que son tan característicos de Calderón, y que estaban pensados para representarse en los corrales ante un público del siglo XVII, muy distinto al público de hoy.

«El público va a descubrir que hay un Calderón juguetón, divertido, en cuyas obras no paran de pasar cosas…»

 

-Una de tus estrofas favoritas de este texto en verso es…

Como me es imposible elegir solamente una, elijo la seguidilla que da título a este texto: “Mañanitas floridas de abril y mayo, despertad a mi niña… no duerma tanto”.

-¿De qué forma animarías a los jóvenes a que fueran a ver esta función?

Es fundamental que vengan porque se lo van a pasar muy bien y porque van a descubrir que Calderón no es solamente el que escribió unos textos densos, duros y reflexivos que forman parte del tópico, sino que hay un Calderón juguetón, divertido, en cuyas obras no paran de pasar cosas.

Y, además, en esta historia sus protagonistas son muy jóvenes y se pueden ver reflejados en algunos sentimientos que tienen los personajes. Y además, es gloria bendita escuchar este verso. Es muy placentero.

-Comentas también que “Plagada de enredos y confusiones, donde se recrea un Madrid verde y florido, bucólico y sensual, en el que las jóvenes parejas de enamorados se confunden, se evitan, se engañan, se sorprenden, se buscan, y, a veces, hasta se encuentran…”. ¿Qué más nos puedes comentar de la puesta en escena?

He de destacar la escenografía impactante y preciosa de Arturo Martín Burgos compuesta de unas gasas blancas, unas puertas y un empaque bárbaro. Y el vestuario de Almudena Rodríguez Huertas basado en los diseños de los años 50. Es bellísimo. Hemos situado la acción a finales de los años 50 y principios de los 60, con todo lo que conlleva respecto a la moda de aquella época también.

-En la función hay canciones compuestas por Mariano Marín, ¿Qué papel juega la música en la trama? 

La música de Mariano Marín tiene muchísima importancia. Pretende recordar a las comedias de Blake Edwards, con su glamour y sus situaciones descacharrantes. Las canciones están en el propio texto de Calderón y hay muchos momentos en los que la música juega un papel decisivo. Tenemos la suerte de contar con un elenco que canta maravillosamente, por lo que lo aprovechamos al máximo. Fotografías de David Ruiz.