María Adánez y Pepón Nieto son los protagonistas de esta maravillosa obra teatral que escribió José Sanchis Sinisterra. Tres décadas y media después de su estreno los dos grandes actores dan vida a Carmela y Paulino, inolvidables personajes, bajo la batuta de otro maestro del Teatro: José Carlos Plaza. El director comenta que “Nuestro sueño de un mundo de tolerancia, de comprensión, de permisividad hacia lo diferente, de igualdad, de solidaridad, de justicia social, se va resquebrajando y el mundo fascista de intransigencia, terquedad, obstinación y testarudez avanza tan incompresible como imparablemente. Carmela es nuestra memoria y nuestra culpa…”.
MARÍA ADÁNEZ
-Dice José Carlos Plaza que “Carmela tiene verdad, vitalismo, pasión y valentía. Es ejemplo de amor hacia la vida y hacia los demás, valores que están dentro del alma de las buenas personas. Carmela es la reivindicación de la bondad tan denostada en estos días.”, ¿estás de acuerdo con él?
Estoy completamente de acuerdo con José Carlos Plaza. Carmela es un personaje auténtico, vital, lleno de pasión, de valentía y de amor hacia la vida y hacia los demás. Me gusta que José Carlos Plaza diga que “es el alma de las buenas personas”.
Carmela representa los valores de la función. Es también el sentimiento de justicia, es la madre en mayúsculas. Yo creo que la gran herida de Carmela es no haber sido madre. Y ese dolor le lleva a empatizar rápidamente con esos milicianos a los que van a fusilar la mañana siguiente de la actuación y que hace que ella no sea capaz de terminar la velada. Ella representaría también la bondad.
Es una mujer que se mueve por los instintos y nos recuerda lo importante de disfrutar de la vida y de las pequeñas cosas como comer, el sexo, cantar, bailar y dormir bien.
-En esta versión hay transiciones, hay partes en las que la trama discurre entre los sueños de Paulino y la realidad.
La historia que ha dirigido José Carlos Plaza es muy interesante. La gran culpa que tiene Paulino por haber sido cobarde y por no haber evitado el fusilamiento de Carmela, provoca que ella se le aparezca como un fantasma. Y sus apariciones tienen muchísima fuerza.
«No podemos olvidar nuestra historia, nuestros errores, quiénes somos, porque así construiremos un futuro maduro, sin heridas. Y seremos un país adulto, no un niño herido con traumas.»
-¿Qué frases de Carmela podrían resumir la verdadera esencia de esta función?
¡Ay, Carmela! es una obra maestra. Está escrita perfectamente, no le sobra nada. A los lectores les diría que estamos ante uno de nuestros clásicos contemporáneos y que el público va a navegar con estos personajes por la comedia, por la tragedia, por el espectáculo, por el folclore, por la Zarzuela, por el mundo más onírico de los sueños o de otros planos de la mente. Hay muchísimas frases que podrían resumir la verdadera esencia de la función pero para mí la frase de la función es: “Los vivos, cuando tenéis la panza llena y os ponéis corbata, os olvidáis de todo. Y hay cosas que no se pueden olvidar”.
-¿Por qué es actual esta obra?
Desgraciadamente es actual esta función porque también nos recuerda el peligro de los nacionalismos. El creer que lo nuestro es mejor que lo de otro país, lo de otra persona o que nuestros ideales o nuestras ideas políticas o religiosas son mejores (Putin, Trump, Bolsonaro…). Carmela nos recuerda el peligro que supone el convencer para ir a la guerra y el ser capaz de morir por unos ideales.
-Para José Sanchis Sinisterra “¡Ay, Carmela!” trata del deber de los vivos para con “los muertos que no quieren borrarse”. Quizás para evitar lo que podríamos llamar la “segunda muerte de los muertos”.
Esto es precioso. Puede haber vivos con mayor responsabilidad que otros y que tienen el deber de pensar que hay que recordar. A nosotros y a los que vayan viniendo. Creo que es muy importante que los países no olviden su Historia porque simplemente, si la olvidan, tienen el peligro de volver a cometer los mismos errores.
No podemos olvidar nuestra historia, nuestros errores, quiénes somos, porque así construiremos un futuro maduro, sin heridas. Y seremos un país adulto, no un niño herido con traumas.
-¿Qué partes de la historia de “Ay, Carmela” te gustan más?
Me gusta la función entera porque transita por muchos recovecos y todos son muy interesantes. Siempre he querido protagonizar esta función porque me parece que, para cualquier pareja de actores, es muy jugosa y muy interesante. La parte más poética es cuando Carmela aparece muerta. Y esa maravillosa escena hablando con los milicianos y haciendo un homenaje a España, que está escrito con Ñ, y a saber pronunciar bien nuestro país…
-¿Qué destacarías de los elementos escenográficos de Francisco Leal y del vestuario de Gabriela Salaverry?
Tanto la escenografía como el vestuario de Gabriela son una auténtica maravilla. A mi me gusta mucho el planteamiento de José Carlos Plaza de hacer una Carmela muy auténtica, honesta, sencilla, humilde. Parte del vestuario de Paulino y de Carmela está hecho con unas cortinas que se han debido encontrar en algún baúl viejo en ese escenario, en ese simpático Teatro Goya de Belchite en el que tienen que actuar. José Carlos Plaza me dijo: “María, ¿Qué te parece si hacemos tu vestuario tal y como dice tu personaje, tal y como dice Carmela?”. Carmela anda toda la función descontenta porque los nacionalistas les han cogido y el vestuario se ha quedado en el anterior pueblo donde habían actuado. Entonces tienen que improvisar su vestuario de cualquier manera, con unas cortinas que encuentran por ahí Y eso me gusta mucho como idea de José. Hemos sido muy fieles al texto.
-Completa esta frase: “El Teatro le aporta a las personas…
Es la gran reflexión del mundo, invita al público a la reflexión dentro del género que sea. Normalmente siempre es más efectivo y más inteligente en la comedia. Porque a través del “jiji jaja”, el mensaje puede quedar mucho más claro y más preciso. El teatro le aporta a las personas divertimento y una reflexión de nuestros tiempos o traer clásicos a la actualidad. Son grandes clásicos porque los grandes conflictos se repiten una y otra vez, incluso ahora en el siglo en el que estamos. Es importante traer los grandes clásicos al presente para que, de nuevo, inciten a la reflexión.
PEPÓN NIETO
-A Paulino, tu personaje, Carmela le llama “el cagón”. Pero, ¿cómo describirías su poliédrica personalidad?
Paulino se da cuenta de que están en esa terrible situación en la que la vida no vale un duro. Son una compañía de variedades de tercera B a la que les pillan los nacionales en su territorio y les hacen actuar. Decide cambiar el guión para contentar a los sublevados. Pero el espectáculo se desarrolla de forma desastrosa. Y él tiene más conciencia que Carmela de lo que les puede ocurrir si se revelan ante los Nacionales. En realidad, como muchas personas, representa “el no saber cómo vamos a reaccionar y que nunca se sabe dónde están los héroes”.
Carmela es más heroína y más inocente que él. Paulino es más culto, tiene otro bagaje que le hace ser más pragmático. Después, sobrevive. Su frase sería “Yo estoy peor que muerto” porque él se queda en ese Mundo, “comiéndose esa Guerra Civil”. Es un personaje maravilloso, de múltiples caras. Pasa por muchos estados emocionales durante la función.
«El principal mensaje de esta obra es que “no hay que olvidar”… Su esencia es la memoria histórica«
-¿Cómo es la relación sentimental de Carmela y Paulino?
Creo que no saben vivir el uno sin el otro. Son una pareja maravillosa, se quieren en cualquier sitio, duermen en cualquier sitio, hasta en la parte trasera de un camión. Se quieren en la muerte también.
-En la obra hay partes en las que la trama discurre en el presente y otras en el pasado…
El principal mensaje de esta obra es que “no hay que olvidar”. Su esencia es la memoria histórica. Porque, si no, ocurre como le pasa a Carmela, que va desapareciendo de la memoria. Por eso ella vuelve una y otra vez a su vida.
Paulino le recrimina a Carmela en una de las apariciones: ¿Quién te mandaba ponerte brava y sacar la bandera?. Y también se siente culpable por no haber sido tan valiente como ella.
-Pese a la crudeza y a la dureza de lo que les ocurre a los protagonistas, en la función hay partes cómicas…
También es maravilloso el texto por eso, porque no renuncia a la poesía y a las pinceladas de comedia y de humor.
Ellos bailan mal en la función, son malos cómicos. Hacen un número de zarzuela que es “un desastre” y otro de magia china y no les salen los trucos…
-“Ay, Carmela” es ya considerada como un clásico contemporáneo. ¿Cuál fue el acierto de su autor para que sea uno de los textos más representados desde que se estrenó en 1987?
Esta obra forma ya parte del imaginario colectivo porque el texto es maravilloso. Habla de la crudeza, del horror de la guerra, del miedo, del hambre y del frío de ese momento histórico… Pero yo creo que, cuando escribió esta función Sinisterra, tenía muy claro que el gran tema de su obra es la necesidad de no olvidar. Para no repetir esos errores. Porque, si la herida no está cerrada, uno no construye. Y es hipócrita olvidar.
También nos enfrenta a algo muy reciente. Lamentablemente es muy oportuna. Vemos cada día la guerra de Ucrania en la Televisión. Hay discursos de odio también en la función. Como si fuera un nodo antiguo. Y también estamos viendo estos discursos en las Instituciones, en las noticias actuales…
-¿Sigues sintiendo nervios o mariposas en el estómago cuando vas a representar una función?
Me pongo nervioso cada día. Y pienso: ¿Por qué no he sido farmacéutico o veterinario?. Pero piso el escenario y siento la reacción del público y entiendo por qué me dedico a este oficio. María quería volver a hacer teatro y me llamó para ofrecerme trabajar con ella. Y yo lo siento como un regalo por su parte.
Creo que María y yo ya podemos hacer la función hasta en un bar de carretera. Ya la representamos juntos con las miradas, con el cariño, con la emoción. También es la primera vez que trabajo con José Carlos Plaza y es un honor.
-¿Por qué es importante que los jóvenes vayan a ver “Ay, Carmela”?
Está bien que el Teatro divierta y entretenga y yo he interpretado muchos personajes de este Teatro. Para hacer que el público se olvide de su vida. Y también es difícil hacerlo. Pero el Teatro también te tiene que mover por dentro. Esta función es de pellizcos, te va transformando constantemente.
Es un episodio de nuestra historia reciente que los jóvenes deben conocer e identificar con lo que ocurre hoy en día y para pensar “hacia donde podíamos ir”. Los jóvenes han ido mucho a los Teatros en los que hemos estado de gira con esta obra y es curioso cómo entienden la historia y a los dos protagonistas que entroncan con lo que es la sociedad actual. Y les emocionan. Es una producción de Producciones Faraute y Pentación Espectáculos. Teatro Bellas Artes.