Nacho Guerreros y Raquel Pérez llevan a escena esta función basada en el texto de Ignasi Vidal. Les ha dirigido Susana Hornos.

NACHO GUERREROS
-Preséntanos a Héctor, tu personaje…
Es un actor de éxito que vive en Sevilla por vocación y devoción y que ha conseguido tener un lugar en el oficio gracias también al empuje de Alicia, su ex mujer. Entre los dos han construido un hogar que se ve alterado por los problemas de su hija Marta a la que adoptaron sin saber muy bien las responsabilidades que ello conlleva y que, según Héctor, fue “el principio del fin del matrimonio”. Marta es el motor de la vida de Héctor, aunque nunca se ha preocupado demasiado por su educación ni ha sido un padre al uso.
La relación entre Alicia y Héctor es “políticamente correcta” pero en la historia que contamos aparecen la sordidez, la oscuridad, la ironía y los celos en un tira y afloja constante en el escenario. Son una pareja formada por esos sentimientos y por su dependencia del alcohol y de las drogas.

-En la presentación de esta obra comenta Ignasi Vidal que: “Un día decidí escribir sobre las contradicciones del ser humano. Esas que nos llevan a decir una cosa y hacer la contraria. Sobre esa necesidad imperiosa que tenemos de aparentar justamente lo contrario de lo que somos llevado a extremos donde la falta de empatía ocupa el lugar que en el alma (cerebro) debería ocupar la compasión”…
Ignasi Vidal es una persona muy inteligente y no puedo añadir nada más. Estoy totalmente de acuerdo con su opinión. Hablamos también mucho del lado oscuro del oficio de actor, de cómo algunos compañeros y compañeras aprovechan su status de “persona pública” para aprovecharse de otros.

-Llevas muchos años como actor de Teatro, ¿qué significa para ti subirte a un escenario?
Considero al Teatro como la disciplina más difícil y exigente del oficio actoral ya que tienes la responsabilidad, entre otras cosas, de poner voz a quién no la tiene. También es de lo más gratificante. 

-¿Qué destacarías de la escenografía?
La escenografía de Anselmo Gervoles consiste en un patio andaluz en Semana Santa. Está llena de detalles. 

RAQUEL PÉREZ
-Preséntanos a tu personaje…
Alicia es una mujer de unos cincuenta años con mucho carácter que no ha sabido sortear los golpes de la vida y que esconde sus problemas tras el alcohol. Está separada y es madre de una niña de 15 años de la que tiene la custodia. Es una actriz de éxito volcada en su carrera, aunque en este momento está bastante harta. Como dice en un momento de la función “Odio esta profesión y a la vez no puedo vivir sin ella”. Con su ex pareja, Héctor, mantiene una relación cordial, divertida y superficial en la que sólo se ven para hablar de cuestiones relacionadas con su hija Marta. Con ella tiene una relación difícil, como la de cualquier madre con un adolescente al cargo. Se siente culpable por no haber estado más presente en su vida.
-¿Qué le podemos contar al público sobre la historia de esta función?
Podemos contar que éste no va a ser un día cualquiera en el que hablen de los problemas de Marta. Hoy Alicia no viene con reproches. Va a casa de su ex con un gran descubrimiento y la firme idea de solucionarlo.

-¿Cuáles son los principales temas de los que queréis hablarnos?
La función habla de la dependencia emocional, de la incomunicación, de la familia, de la cobardía y de la incapacidad a la hora de encarar problemas importantes. Cuando Ignasi me envió este texto me dijo “tengo una función. Y Roberta Pasquinucci me ha dicho “esto la única que te lo hace es Raquel Pérez”. Entré en pánico y la leí. Entendí que es una función que te expone al monstruo que todos llevamos dentro, aunque yo conecté inmediatamente con Alicia y quise atreverme a atravesar esa
oscuridad que propone Ignasi.

-¿Por qué es importante que acudan los jóvenes a ver obras como ésta?  

Porque en estos tiempos, en los que la mayoría de la información que reciben es a través de las redes sociales, ir al teatro y ver funciones que hablan de cuestiones emocionales les abre otras puertas y les hace pensar e identificarse desde un lugar más humano, más personal.