Charlamos con NAUSICAA BONNÍN sobre esta adaptación del texto de Henrik Ibsen escrita y dirigida por Àlex Rigola. Un espectáculo que se desarrolla en un espacio íntimo y cercano (una caja escénica de 9 x 7 metros) donde los actores comparten con el público sus angustias existenciales y en el que los protagonistas tienen el nombre de cada actor/actriz.
-Comenta Àlex Rigola que en esta adaptación hay “desubicación, deseos, amores y desamores, conflictos éticos, toxicidad y destrucción. Son las temáticas principales de la pieza…” ¿Estás de acuerdo?
Creo que está bastante bien explicado sobre lo que nos habla esta “Hedda Gabler”. Añadiría que también nos habla de miedo, de valentía, de mirarnos por dentro y de mucha pasión.
-¿Qué dos frases te encantan de tu personaje?
-“Que entonces no me atreviera a dispararte no fue lo más cobarde que hice aquella noche”
-“Ya no creo en las coronas. Pero sí sigo creyendo en la belleza. Aunque sea solo por una vez. ¿Nunca has pensado en irte de la forma más bella?”
-¿Cómo es tu personaje?
Àlex trae a la Modernidad a Hedda Gabler. La de Ibsen es perversa, solo quiere el dinero y Álex la ha humanizado. Nos habla de su faceta más tóxica, de su aburrimiento y de su tedio. Intentamos mostrar que “todos somos ella”. Nausicaa, mi personaje, intenta conectar con ella misma, es insegura y también quiere llevar al límite a todos. Muchas hemos sido tóxicas en algún momento de nuestra vida, tanto para nosotras como para los demás. Y, a través de ella, también descubrimos que vivimos en una sociedad bastante dormida.
-¿Qué relación mantiene con los otros cuatro personajes?
Joan Solé es mi marido. Estamos casados desde hace 2 años. Hay amor, hay paz. Es el orden, la tranquilidad, la vida segura, el ahorro, el negocio. Es la casa.
Pol López es con quien tuve una relación en el pasado muy intensa, de amor y de pasión. Los dos estábamos en un momento vital muy radical y pasional. Ahora nos hemos reencontrado, después de unos años pero yo estoy más “tranquila”. Aunque Pol representa la locura, el perder el control, la creación. Marc Rodríguez es el Juez y es el que lleva la economía de la familia. Simbólicamente en esta función tiene los pies entre el juicio y la moral y no sabemos si ha tenido también una relación con ella.
Miranda Gas y mi personaje fueron amigas en su momento. Ella se fue a vivir al pueblo y ahora es la que ha “cambiado” a Pol. Le ha hecho que se “controle más”.
-También dice Rigola en la presentación que: “Proponemos una puesta en escena que deja todo el peso de la función en las actrices y actores, las propias tensiones dramáticas de la pieza y esa confidencialidad que se encuentra en la proximidad con el espectador que convivirá con los artistas en las mismas paredes de una caja de madera…”
Los últimos tres montajes de Àlex Rigola se relacionan en este espacio. Los 70 espectadores del público se sientan en unas escaleras. Nosotros les interpelamos, les miramos, les preguntamos, aunque no tienen que respondernos. El público está dentro del escenario. La cuarta pared está rota completamente.
-¿Cuáles son los principales mensajes que os gustaría transmitirle al público?
Invita a la autoreflexión sobre ¿quién soy?. Invita a pensar en lo que siento, en cómo amo, cómo me relaciono, cómo deseo. Invita a mirarse en el espejo.
Al menos es lo que nos han comentado muchos espectadores cuando hemos representado la función en otros Teatros. Fotografías: Sílvia Poch. Retrato de Rigola: Tanit Plana. Del 22 de Noviembre al 30 de Diciembre. Teatro Valle-Inclán (Sala Francisco Nieva).