Una nueva versión de la obra de Valle-Inclán bajo la mirada actual de Ainhoa Amestoy como directora y adaptadora: “Nos sumamos al juego de lo grotesco para conocernos y conocer mejor nuestra no poco deformada y contradictoria realidad”.
-¿Cómo es tu personaje?
ROBERTO ENRÍQUEZ: Don Friolera es lo contrario del militar heroico, es lo anti castrense, de hecho, se dice que tiene aficiones artísticas, le gusta la guitarra, la música, le acompaña su perrito Merlín, que es un chuchillo ridículo. Se declara ateo y falto de consuelo religioso. No responde mucho a la figura del militar. Es un hombre que tiene que cumplir un destino trágico para el que no está hecho. No mata a su mujer por convicción sino porque es lo que le exige el código militar al pertenecer al cuerpo de carabineros y para dejar su honra indemne. Aunque le duelan los cuernos de su mujer con su mejor amigo, es más bien porque se ve abocado a cumplir su destino y todos le empujan a este.
También es un tipo que se dedica a cobrar buenas mordidas de los trapicheos en los que participa por lo que goza de una situación bastante acomodada.
LIDIA OTÓN: Loreta es una mujer emponderada para su tiempo. Atrevida, coqueta, inteligente y valiente.
-La obra narra que Don Friolera, un militar preocupado por la reputación y la disciplina, empieza a sospechar que su esposa, Doña Loreta, le es infiel con Pachequín, el barbero. Estas conjeturas surgen tras la llegada de una nota anónima, y los posteriores rumores e insinuaciones de sus vecinos y conocidos…
ROBERTO ENRÍQUEZ: Don Friolera es un militar preocupado por la disciplina y por su reputación sólo si le hace daño a su vida. Tanto él como su mujer vienen de fuera y no pertenecen a este pueblo de canallas que están todo el día cotilleando y criticando. Él vive bastante de espaldas a todas esas habladurías. El factor desencadenante de todo es ese anónimo, cuando aparece es la materialización de algo que ya estaba en el ambiente. Hay una escena paralela a este momento que es la de Pachequín con sus amigos trileros donde bromean sobre su relación, por lo que esto ya estaba en el ambiente. Cuando le llega el anónimo, se le pone un torcedor en el estómago, primero porque quiere a su mujer y porque se confirma una sospecha que tenía de la infidelidad con su mejor amigo, pero, sobre todo, por las consecuencias que le puede traer por ser militar. Friolera es una especie de Hamlet bufo, aunque sabe desde el primer momento que su destino está abocado a lavar su honra, y eso pasa por matar a su mujer adúltera y al amigo traidor. Él intenta contrabandear con esta idea hasta que las circunstancias le llevan a esto.
-Para todos nuestros lectores que ya conocen y han visto otras versiones de “Los cuernos de Don Friolera”. ¿Por qué deberían ir a ver ésta en concreto?
LIDIA: Por un elenco de actores maravilloso y por una puesta en escena novedosa y sorprendente.
ROBERTO: Lamentablemente a Valle-Inclán, que es uno de nuestros autores más insigne, no se le representa tanto como debería. Hay que ir ver la función porque siempre es bueno disfrutar de este autor. Creo que la directora y todo el elenco acercamos la función hacia un esperpento (si es que sabemos exactamente lo que significa esto) que tiene que ver también con el movimiento expresionista que estaba en Europa en ese momento. Y hay un elenco de actores con mucho talento defendiéndolo y una maestría en la dirección. Es una fiesta teatral que no deberían perderse.
-Si tuvieras que elegir dos frases de tu personaje, ¿con cuáles te quedarías?
ROBERTO: Una que me parece muy buena (porque de alguna manera el personaje se define a sí mismo en un momento de desesperación) dice: “Si esta infamia fuese verdad, ateo como soy, falto de consuelos religiosos, náufrago en la vida y en estas ocasiones, sin un amigo con quien poder manifestarse y alguna creencia, el hombre lo pasa mal”. Otra que me gusta mucho es “El mundo es engaño y apariencia, se enteran los mirones y uno no se entera ni de lo bueno ni de lo malo, uno nunca se entera.”
LIDIA: “Es de rosas y espinas nuestra cadena”.
-“Soy esposa y madre”.
-Comenta Ainhoa Amestoy que “La realidad se nos presenta de forma exacerbada, cruda e implacable, y se ahonda en los sentimientos más profundos del ser humano”…
ROBERTO: Estoy muy de acuerdo con Ainhoa. La obra ahonda mucho en los sentimientos del ser humano. Habla de algo muy reconocible y no sólo es la cuestión de los celos, sino el escarnio público, el saber que todo el mundo es testigo de los cuernos que te pone tu pareja. Todo bajo el cristal deformante de Valle-Inclán que veía el esperpento en el día a día. Como ahora, desde la familia que ocupa la Casa Blanca al meme actual y viral del video del joven Montoya corriendo y gritando por desamor.
LIDIA: Por supuesto. Los celos, la maledicencia, la violencia psicológica, la envidia y el machismo se desprenden a lo largo de todas las escenas y son significativas en la configuración de todos los personajes.
-¿Cómo son los personajes masculinos de esta función?
ROBERTO: Creo que hay tres gremios o grupos de hombres. Uno está en la cúspide de la pirámide que representa la autoridad y que son los militares. Aparecen como tipos corruptos que se llevan mordidas del contrabando de la zona fronteriza. Luego están los traficantes que, como su nombre indica, están en la pomada y sacando beneficios. Y, por otro lado está Pachiquín, el barbero que tiene relación con todos estos trileros pero que tiene su oficio y que tiene su punto romántico con su amor a la música. Hombres y mujeres beben de la hipocresía y de unos valores basados en la mentira y en actuar de cara a la galería.
LIDIA: Desde una mirada contemporánea resultan absolutamente machistas.
-Ésta es una gran producción con un elenco con gran bagaje teatral y muy amplio. ¿Qué destacarías de tus compañeros?
LIDIA: Su capacidad de juego.
ROBERTO: Para representar a uno de los autores más difíciles, pero el más magistral de los autores teatrales españoles, se necesita un elenco de actores y actrices muy bregado y con mucho talento, y creo que esta compañía lo tiene. Es fascinante ver a mis compañeros trabajar y ver cómo estamos todos en la búsqueda de este Santo Grial que es el esperpento.
-¿Por qué es actual esta versión de “Los cuernos de Don Friolera”?
LIDIA: Por poner el foco en determinadas conductas del pasado que, lejos de haber sido erradicadas, siguen siendo un mal endémico en nuestra sociedad y que desgraciadamente causa víctimas casi a diario.
-Según su directora, “los sonidos van desde los sonidos tecno a la música popular; peteneras, guitarras, castañuelas, sonido de radio, cuplés, canciones…”¿Por qué es tan importante la música de David Velasco que ambienta esta función?
LIDIA: Por las atmósferas tan potentes que se originan a partir de su trabajo. Para nosotros los actores, su música ha sido una herramienta fundamental para realizar el juego escénico de cada personaje y poder ir de una transición a otra cambiando consecutivamente a múltiples espacios.
ROBERTO: Lo que ha hecho David Velasco es algo magistral. Su música es como las acotaciones de Valle-Inclán que, de repente, te llevan a una atmósfera que está llena de estímulos. En otros momentos es un contrapunto a lo que está sucediendo con un montón de estilos musicales, con un gusto exquisito y un rico conocimiento. Un auténtico privilegio.
-Completa esta frase: “El Teatro le aporta a la vida de las personas…
ROBERTO: Un gran espejo donde poder reflejarse y en este caso lo que nos propone Valle Inclán es un espejo deformado o más bien un espejo real donde reflejar nuestra deformación.
LIDIA: …la posibilidad de soñar”.
Completan el reparto Nacho Fresneda, Ester Bellver, Pablo Rivero Madriñán, Miguel Cubero, José Bustos e Iballa Rodríguez. Es una producción de la Comunidad de Madrid para Teatros del Canal. Fotos de escena: Pablo Lorente. Hasta el 23 de Marzo. Teatros del Canal.