Una obra teatral escrita, dirigida y protagonizada por Secun de la Rosa. “Es una función con tantas capas. Por el juego de espejos, de metáforas, de simbolismo. El gran misterio de la obra es la transformación de Sebastián, el protagonista…Por los ojos de Sebas pasan el descubrimiento de la libertad y sus consecuencias”, comenta el actor, escritor y director.
-¿Cómo es el personaje de Sebastián Alonso Roca?
La obra arranca con un Sebastián maduro que, junto a otros vecinos, conmemora el aniversario de su barrio. Es un buen tipo, algo convencional. En ese encuentro, al ir desgranando sus recuerdos de juventud, nos trasladamos al año 1977 y conocemos al Sebas que es, que fue y que pudo ser.
El gran misterio de la obra es la transformación de Sebastián. Un chico de barrio fantasioso, con una pulsión de vida enorme, pese a los mil condicionantes que le rodean.
-La historia de esta función está ambientada en 1977. Los recuerdos del protagonista le llevan al verano del 77, el más largo e intenso de toda su vida, cuando este hijo de obreros, fantasioso y culposo, en un contexto de luchas políticas, vecinales y sindicales, conoce la “Piscinas de sal”. Lo que comienza siendo un verano anecdótico, se convierte en la mayor aventura de su vida…
Es una función con tantas capas que no acabaría nunca. Por el juego de espejos, de metáforas, de simbolismo. Por los ojos de Sebas pasa el descubrimiento de la libertad y sus consecuencias; el mundo trans, los artistas y los modernos del Paralelo mezclado con la vida en su barriada en el extrarradio rodeado de quinquis… Hay una galería de personajes apasionantes a los que homenajeamos.
Hablo de temas como el deseo, la familia, el mundo obrero, las ideologías, las herencias, los prejuicios y un largo etcétera.
-¿Esta función recuerda a los personajes invisibilizados, artistas adelantados a su tiempo que defendieron su identidad y que permanecían semiocultos en aquella época?
Sí. Además, durante mucho tiempo, toda esa gente que luchó por las libertades y defendió su condición sexual y/o política no sólo eran invisibilizados sino que, hasta hace muy poco, han vivido invalidados, en los márgenes, en el desarraigo, en el prejuicio y el desprecio de un sector de la sociedad.
Sebastián vive de cerca todo eso sin olvidar otros temas para mí imprescindibles como el qué hacer con lo que has vivido, en qué momento uno se convierte en quién es, si vale la pena vivir de acuerdo a las normas que dicta la sociedad “renunciando” a tu felicidad…
-¿Por qué es actual lo que nos narras?
Ahora mismo hay toda una generación que, por fin, ha conseguido que se les escuche a la hora de defender sus derechos. Aunque sigue costando, esas voces son cada vez más claras y se les tiene más en cuenta.
Sin embargo, hay toda una generación que vivió el tardofranquismo, que luchó cuando se jugaban la vida literalmente en las cárceles y en la calle, que vivió el desprecio, que sufrió la epidemia del SIDA donde fallecían jóvenes de 20 años que aún no habían tenido tiempo de saber lo que significaba ser homosexual… un montón de hombres y mujeres que son testigos de la historia LGTBI de los últimos 50 años a los que no creo que se les tenga mucho en cuenta.
-En escena nos hablas de la primera manifestación LGTBI, de la ley de peligrosidad social, de los supervivientes de las cárceles del franquismo, de las primeras jornadas libertarias y de los locales y los artistas de El Paralelo, ¿de qué otros temas?
Cada uno de esos temas apasionantes daría para muchas obras de teatro. Me sorprende que no existan más funciones sobre esto. Creo que las excelentes críticas que ha cosechado la obra es precisamente por este torbellino de temas, vivencias y reflexiones que hay en la función.
-¿Qué tipo de humor hay en esta obra?
La gente dice que está toda la función con una sonrisa, incluso en los momentos más duros. El humor nace de los ojos de Sebas, de cómo él ve a la gente que le rodea. Hay momentos muy divertidos y otros muy emotivos y muy poéticos.
-Dinos dos o tres partes o escenas de esta función que has escrito con las que te emociones más…
Me gusta mucho el momento en el que Sebas descubre por primera vez la piscina de sal, y cómo narra esos días de piscina. También me parece muy conmovedor la aparición de Luisito, superviviente de la cárcel de Huelva y amigo de la Montse, otro personaje entrañable que Sebas conoce en la Barceloneta.
Y por supuesto el final de la obra, desde que Sebas descubre lo que ha pasado con las piscinas en los últimos años.
-¿Cómo te sientes al estar solo en el escenario?
No lo vivo como estar solo. En el teatro siempre se crean equipos y lo forman todos aquellos que hacen posible la función. La función se completa con el público. Y ahí nunca estás solo.
Lo que más emociona es el efecto que produce en el público de todas las edades al finalizar la función y el deseo que se genera de hablar, debatir, contar experiencias propias, preguntar… Nunca me había pasado que una función generase tanto. Al punto de crearse encuentros con el público casi de manera orgánica, de forma natural.