Cinco grandes actrices (Nuria Espert, Vicky Peña, Candela Serrat, Teresa Vallicrosa y Claudia Benito), dirigidas por Mario Gas, llevan a escena esta historia en femenino sobre el duelo, la familia, el enfrentarse a la verdad y a los secretos que separan. Hablamos con Vicky Peña y Candela Serrat.
–Preséntanos a tu personaje…
VICKY PEÑA: Mi personaje es Lía, una de las dos hijas de Mencía (Nuria Espert), la matriarca de la familia. En el tiempo de la función está acogiendo en casa y cuidando a su madre y a una de sus hijas porque ambas tienen leves problemas de salud. Lía se relaciona con su madre con gran respeto, en general. Pero en el tiempo de la función tal vez con fastidio e impaciencia porque su ánimo está turbado e inquieto.
CANDELA SERRAT: Soy Inés, la nieta mediana de Mencía. Una mujer a la que le gustaría tener el valor de romper con la vida que lleva, para intentar ser feliz, pero que no se atreve porque no se cree merecedora de ello y se ve constantemente atrapada en esta vida irremediable para ella. La relación de Inés con Mencía es muy complicada porque ella ve en la abuela la causa de esta dinámica familiar de mujeres infelices. Y ese mismo eco Mencía lo ve en Inés y quiere acabar con él.
-La historia de la función nos narra que en Menorca una familia de cinco mujeres, guiadas por la vieja Mencía, se adentran en un viaje en barca a la Isla del Aire. La desaparición de Helena, la nieta mayor de Mencía, está muy presente en el pensamiento de la familia y, durante esta excursión, Mencía obligará a sus hijas y nietas a enfrentarse a la verdad y a los secretos que ocultan…
VICKY: Es una adaptación, hecha por el propio autor, de la primera parte de su novela “El tiempo que nos une”. Esa procedencia literaria confiere al texto un ritmo narrativo y una textura dramática muy poco usual en las obras que acostumbramos a ver en escena.
CANDELA: La función Habla de esos silencios quizá heredados, quizá aprendidos de la dinámica familiar y que llegados a estas alturas, la abuela quiere romper e intentar sanar las heridas para que puedan ver un futuro más prometedor juntas.
-¿Dónde residen la esperanza y el positivismo de esta pieza?
VICKY: En la capacidad de romper corazas y aislamientos reconociéndose en “las otras”. La empatía, la esperanza, la franqueza y el amor son muy poderosos. A veces es necesario que nos lo recuerden.
CANDELA: En la comunicación. En la manera en la que cada uno maneja la información que tiene y, por supuesto, en el humor que tiene una abuela que ya está de vuelta y media y decide que la verdad, cuanto más afilada sea, más rápido cortará por lo sano.
-Comenta Mario Gas que “Mencía saldrá al rescate de sus niñas disparando dardos certeros que devolverán a su rebaño a la vida y a creer en un futuro que solo ellas pueden labrar, que pervivirá si sus hijas salen del encierro existencial en el que están…”.
CANDELA: Aunque Mencía les ponga un espejo delante y las sacuda para sacar a ventilar lo que tienen dentro, ella no es la que les da la solución. Lo bello es que con esa sacudida ellas encuentren su camino de vuelta y también que sepan, a partir de ahí, hacerlo juntas.
VICKY: Todas ellas están en un impasse emocional en sus vidas cotidianas. Nada aparentemente sustancial. Pero la anciana Mencía conoce el valor negativo de ese aislamiento. Y las lleva a una isla de verdad.
-Esta obra es una historia en femenino sobre el luto, el dolor y las cicatrices familiares y lo que nos separa. ¿De qué otros temas principales habláis?
VICKY: Justo de lo contrario también: del poder sanador de la palabra, de la risa, de la complicidad y de la asunción del propio caos.
CANDELA: De los secretos. De cómo nos alejan de las personas que más podrían entendernos y de cómo aferrarse a ellos agrava a cada instante una incomunicación que solo hace muy difícil volver al punto de partida.
-¿Qué destacarías de los elementos escenográficos?
VICKY: Creo que la voluntad de Mario Gas de huir de un espacio realista o naturalista ha encontrado en la escenografía de Sebastià Brosa, en la música (de Orestes Gas), en la Iluminación (de Paco Ariza), en el vestuario (de Antonio Belart) y en las videoproyecciones, unos aspectos de carácter estilizado y simbólico que, en contraste con la cotidianeidad del texto, le dan a la puesta en escena una dimensión de realidad febril, de verdad ensoñada muy enriquecedora.
CANDELA: Creo que el espacio escénico refleja de forma maravillosa las personalidades de sus protagonistas. Esa piedra dura, erosionada y rodeada de viento y salitre que son estas 5 mujeres. Fotografías de David Ruano.