Ay Teatro (compañía-productora formada por Emilia Yagüe, Álvaro Tato y Yayo Cáceres) presenta esta función escrita por Álvaro Tato y dirigida por Yayo Cáceres. Con él hablamos.
-En el cielo, la diosa Fama anuncia su intención de casarse con un genio del teatro. Sus criados Dato, Mito y Chisme la llevan a París para conocer a un tal Molière y seguir su azarosa vida y sus hilarantes obras…, ¿Qué más le podemos contar al público sobre la historia de esta función?
Que la obra transita por varios climas y situaciones en las que vemos, además de los fragmentos de sus obras mas destacadas, al Molière hombre, sensible, emotivo, audaz, mordaz e incluso triste en algunos momentos. Sin duda estamos ante un hombre que no sólo ha vivido de manera intensa su vida, si no que esta misma pasión se traslada a su teatro. Un gran observador de la condición humana con un humor atrevido y a veces incorrecto que pone un espejo de la sociedad, aún vigente en nuestros tiempos.
-En la función hay una selección de escenas y fragmentos de obras como “Las preciosas ridículas”, “El enfermo imaginario”, “Tartufo”, “El Misántropo”, “La escuela de mujeres”, o “Don Juan”…¿De qué forma habéis resuelto la unión o el hilo conductor de unas escenas o fragmentos con otros?
Bueno, el hilo conductor es la búsqueda de la Fama para conocer a Molière y su relación con Mito, Dato y Chisme que la van guiando hasta que, por fin, ese encuentro se produce. En todo este recorrido vemos lo que el autor va creando a lo largo de su vida, desde la fundación de su memorable Ilustre Teatro que fue su primera compañía con la que comenzaron haciendo funciones en las canchas de Joué de Pomme, padre de lo que es hoy el Tenis o el trinquete.
«Molière fue un gran observador de la condición humana con un humor atrevido y a veces incorrecto que pone un espejo de la sociedad»
–Según tu opinión, ¿Cuáles son algunas de las escenas más divertidas de “Vive Molière”?
Me atraen mucho “Las Preciosas ridículas” o “el cornudo imaginario”. La mala baba de su “Don Juan” o la profunda crítica del “Tartufo” a la doble moral imperante. Y, si no recuerdo mal en el “Don Juan” dice: “la hipocresía se ha puesto de moda y por esa causa corremos el riesgo de que se transforme en virtud”. Creo que no estamos lejos de eso.
–¿El público va a poder disfrutar de una obra gamberra, divertida y sarcástica, como es habitual en vuestras producciones?
Sí, claro, y también de un despliegue estético y musical que está dado por el vestuario y la escenografía de Tatiana de Sarabia y las luces de Miguel Camacho. Además, contamos con la pianista y soprano Marta Estal que le da un toque muy particular a la música.
«El público disfrutará de una obra gamberra, divertida y sarcástica y de un despliegue estético y musical»
-En el escenario planteáis preguntas como ¿Fue Molière un arribista cortesano favorecido y triunfante? ¿Fue un ironista que empleó el poder a su favor para llevar el arte de la comedia a su máxima expresión? ¿Fue un devoto o un libertino, un humanista convencido o un epicúreo indiferente? o ¿Murió de verde o amarillo sobre el escenario o en camisón blanco en su cama burguesa?…
Estamos sin duda ante un ser humano muy contradictorio (como creo que somos todos) que ha dejado una obra imprescindible. Hay muchas versiones sobre su vida y efectivamente depende de lo que leas puedes pensar que ha sido un arribista o un Humanista profundo. Creo que toda esta serie de cosas que no están claras le otorgan a su figura un halo de misterio y mística que lo hacen doblemente atractivo. También destacaría su agudísimo y atrevido humor.
-¿En qué te has centrado en la dirección de actores de esta obra?
En lo que me centro siempre. En conseguir una actuación extrovertida (como decía el maestro Raúl Serrano), la eficacia, la sinécdoque y, sobre todo, en promover la libertad de trabajo y el juego.
-¿Por qué habéis elegido a cinco actores jóvenes para que la protagonicen?
Porque en AY teatro tenemos la política de ir alternando proyectos con gente consagrada (hemos terminado la exitosa “Malvivir” con Aitana Sánchez-Gijón, Marta Poveda y Bruno Tambascio) y ahora les toca a estos actores jóvenes: Marta Estal, Laura Ferrer, Mario Portillo, Kevin de la Rosa y Juan de Vera. Los jóvenes son el futuro y creemos que es nuestra obligación generacional es generar espacios de trabajo para ellos.
-¿Qué destacarías de la escenografía simbólica de esta función?
Destacaría lo que creo que siempre hace falta tener en el espacio escénico: Síntesis. Conseguir un espacio que mute con los actores y las escenas. Estamos en un momento en el que creo que necesitamos crear un teatro inmersivo que invite al espectador a imaginar todo lo que pueda. Es decir, regresar a los orígenes.