El actor protagoniza esta función escrita y dirigida por Miguel del Arco. Una producción del Centro Dramático Nacional y Teatro Kamikaze.
-Pedro Berriel, tu personaje, es un director de orquesta que está gravemente enfermo y que se encuentra inmerso en la grabación de la Sinfonía Nº 6 de Tchaikovsky. Pretende que sea su legado artístico. Se revuelve ante la tragedia de su propia extinción. Pero, ¿Qué añadirías sobre tu personaje?
Pedro es un director obsesionado con la obra de Tchaikovsky y que, ante la noticia de su muerte, se debate entre el dolor de su propia extinción y la ambición de conseguir crear una grabación histórica. Como si el miedo a la muerte le diera la llave para acceder al misterio de la obra del compositor ruso y le permitiera trascender.
-Comenta Miguel del Arco que “La obra es un viaje enajenado entre la realidad y la ficción.” ¿En qué sentido?
La pieza no se mueve en un plano realista. Es el viaje imaginado de un hombre que agoniza. Como si ante la cercanía de la muerte, Pedro hiciera un repaso de sus miedos y deseos saltando de un lugar al otro. Cada cuadro es un espacio mental diferente con breves vueltas a la realidad.
-¿Qué relación mantiene Pedro con Tchaikovsky durante la función?
Es su alter ego. Le susurra y le alienta a seguir con la grabación. Representa también su ambición de trascender. Su deseo de ser reconocido como un artista único y al mismo tiempo el espejo frustrante en el que mira su fracaso.
-También va a ser una función en la que va haber unas curiosas escenografía e Iluminación diseñadas por Paco Azorín y David Picazo… ¿Qué nos puedes comentar al respecto?
Es un espacio no realista que se mueve entre una sala de grabación, una especie de manicomio y una cámara anecoica.
-¿Qué ventajas y qué inconvenientes tiene el que el director sea Miguel del Arco (socio de tu productora Teatro Kamikaze y gran amigo desde años)?
Hacía cinco años que no trabajaba en teatro con Miguel por lo que es una especie de reencuentro. Nos conocemos personal y artísticamente y nos respetamos. No encuentro inconvenientes. Para mí todo son ventajas.
-Pese a la evolución evidente por tu bagaje profesional. ¿Qué permanece inalterable desde entonces en tu método de encarar un personaje teatral desde que interpretaste con Kamikaze “La función por hacer” en 2009?
Lo único que permanece inalterable en todos los artistas: La incertidumbre brutal y, a veces, exasperante de no saber qué va a pasar en cada nuevo trabajo. Ese “miedo” que es condena y al mismo tiempo motor para seguir.
En cuanto al método que sigo…Para mi es fundamental el material con el trabajo. Y eso modifica mi forma de creación. No es lo mismo trabajar con Lucia Carballal, Pablo Remón, Pascal Rambert o Miguel del Arco. Sus textos y su imaginario modifican mi “método”. Mi trabajo es adentrarme en su mundo. Sacar esas palabras del papel y convertirlas en algo que no huela a tinta. Pero con ellos, siempre con ellos. Creo que con el tiempo he creado algo parecido a un “estilo” en la ausencia absoluta de su búsqueda.
-Has interpretado a Hamlet, a Jamie Trone, a Federico, a Don Alonso, entre otros muchos pero ¿Cuáles son los personajes teatrales que sigues queriendo interpretar?
El Rey Lear, Macbeth, Eddie Carbone…Lo bueno de mi profesión es que con la edad vas perdiendo personajes que se quedan en el pasado y empiezan a divisarse otros en el horizonte.
-Con la mirada actual y la experiencia de más de 30 años de profesión. ¿Nos dirías que el Teatro es más resistencia o refugio o ambas cosas?
El Teatro es lo que cada uno de nosotros queremos que sea. Cada espectador y cada artista elige qué quiere encontrar en las artes escénicas. No existe “el público”, hay muchos públicos y hay muchas formas de hacer Teatro. Es cierto que por su carácter minoritario permite convertirse en un lugar donde exponer determinados temas de formas mas abiertas y arriesgadas.
Completan el reparto Jimmy Castro, Inma Cuevas, Jesús Noguero, Juan Paños, Manuel Pico y Francisco Reyes.
El Vestuario es de Ana Garay y la composición musical de Arnau Vilà. Fotografías de Bárbara Sánchez Palomero. Del 8 de mayo al 15 de junio. Teatro Valle-Inclán.