Fernando Tejero, Ana Labordeta y Dani Muriel llevan a escena la versión de la obra de Edward Albee que ha escrito y dirigido Juan Carlos Rubio.

-A pesar de ser pareja, la vida cotidiana de Peter y Ann en el Nueva York de los años 50 está marcada por la incomunicación y la soledad. Rehuyendo el intento de Ann por afrontar la situación, Peter decide pasar el día en el zoológico de Central Park. Allí conocerá a Jerry, un excéntrico personaje… Según tu opinión, ¿Cuáles son los temas principales que aborda la función?

Habla del amor profundo. Del amor al ser humano. Del deseo y de la necesidad de comunicarnos porque todos tenemos nuestro pasado, nuestras heridas y nuestras frustraciones. Y tiene una relación con la actualidad porque nosotros ahora nos comunicamos a través de las redes sociales. Y también habla del deseo de dejar de ser constantemente racional e intelectual y dejarse llevar por el instinto y volver a ser salvajes.

El autor quiere mucho a los personajes y quiere y confía en el ser humano. Esto es muy bonito.

-¿Cómo es Ann, tu personaje?

Es una mujer que me gusta mucho. No es lineal, no tiene una sola capa. Está casada con Peter desde hace muchos años. Es ama de casa. Tiene dos hijos, cocina, limpia, se encarga de su marido, de los periquitos, de los gatos, pero le da muchas vueltas a las cosas. Está constantemente pensando en las nuevas posibilidades. No es una mujer que se quede a gusto con su vida afortunada. Dentro de ella hay insatisfacción y dolor. Necesita un cambio y se lo reclama a su marido.

-Comenta Juan Carlos Rubio que “Estoy convencido de que “Camino al zoo” tiene mucho que mostrar, remover, agitar, romper y, ¿por qué no? volver a colocar frente al espectador ese espejo de nuestra propia existencia que, aunque no siempre nos devuelve una imagen bondadosa, es imprescindible para seguir adelante.”, ¿estás de acuerdo?

El Teatro es un espejo. Como espectadora lo que más me ha removido es cuando lo que he visto encima de un escenario tocaba en algún lugar de mi cuerpo y de mi corazón. Los temas de los que habla esta obra son universales. Es una función que te remueve, que te hace preguntas, que te hace plantearte cosas. Y como espectadora es muy gratificante ver obras como ésta. Preguntarse a uno mismo siempre es muy sano. Y te puede ayudar a empezar un camino nuevo.

-Háblanos de los personajes de Peter y Jerry…

Fernando Tejero es Peter. Es un intelectual que trabaja en una editorial, que se refugia en la lectura, en otras vidas. Es sobrio y tierno. Necesita que la vida tenga siempre “la misma temperatura”. Ni demasiado calor ni demasiado frío. Que no ocurran cosas que no pueda controlar porque tiene miedos y tiene una herida que le ha causado mucho dolor. Pero la vida no es así…

Sin embargo, Jerry (Dani Muriel) ha vivido mucho, está desencantado de la condición humana. Vive al límite y conoce lo que son las subidas y las bajadas del estado de ánimo.

-También comenta Rubio que “La obra tiene un sofisticado tono de teatro del absurdo que me conecta irremediablemente con los tiempos que vivimos.” Para ti, ¿Qué tipo de humor hay en esta función?

Hay un humor absurdo, que es fantástico, pero también hay mucho humor irónico y cínico. 

-¿Alguna frase de esta obra con la que te sientes muy identificada es…?

“Quiero algo que no logro imaginar pero que imagino que puedo imaginar”. Habla de la desazón de Ann que le hace tener una gran insatisfacción con la vida y con ella misma. Es una frase tan bella.

-¿Por qué tenemos que ir al Teatro a ver esta función?

Principalmente porque Albee es uno de los grandes autores de Teatro. Son dos textos maravillosos (hay dos partes en la función).

El trabajo que ha hecho el equipo también es maravilloso y nosotros tres como actores estamos dando todo lo que podemos porque es un texto que amamos los tres. Estoy convencida de que de lo que habla tiene una actualidad y una vigencia totales.

Y tampoco hay que olvidar la parte poética del autor en este viaje que es esta función.

Una producción de Talycual, Pentación, Lázaro y La Alegría. El diseño de Escenografía es de Leticia Gañán y Curt Allen Wilmer, la Iluminación de Nicolás Fischtel, la Música de Mariano Marín y el Vestuario de Pier Paolo Álvaro. Fotografías de Sergio Parra.