Una versión teatral de la única comedia que ha escrito y dirigido Lars VonTrier, el tan famoso como infame “niño terrible” de la cinematografía mundial. Hilarante y absurda desde el minuto cero, esta adaptación consigue hacer reír sin pausa, sorprendiendo con cada giro de la trama y logra que reflexionemos sobre la Humanidad (o la falta de ella) de la sociedad en la que vivimos. Una función adaptada por Ricardo Hornos (que también la dirige) y Fernando Gil (que la protagoniza). 

-¿Cómo es Cristian, tu personaje?

Es un actor de raza, del método, realmente  entusiasta.  Últimamente no tiene mucho curro y cuando empieza la función está muy contento porque ha encontrado algo nuevo, algo bastante raro para lo que suele hacer, pero muy bien remunerado. Tiene una imaginación desbordante y muy lúdica, aunque la mayoría de las veces no es para nada acertada dentro de los códigos de una empresa. Entonces se ve envuelto en un enredo en el que él tiene que hacerse pasar por el presidente de esta empresa de Tecnología. El resto de la empresa no lo conoce todavía, no lo ha visto de momento y él se tiene que presentar como si fuera realmente “el jefe”. Y no tiene ni idea ni de lo que hacen allí ni para qué sirve la compañía, ni nada. Improvisa desde cero y genera muchos enredos y situaciones hilarantes.

-El texto de esta obra sitúa a sus personajes en la oficina de una empresa que está a punto de venderse. Los compradores quieren conocer al jefe. Pero…

En la historia hay un personaje que de una forma sibilina tiene intención de usurpar, vendiendo las ideas y el trabajo de sus socios, sin importarle lo que pueda ser de ellos de ahí en adelante.

Y para contrastar aparece mi personaje como elemento empático que neutraliza esa ambición desmedida del que quiere llevarse el trabajo de todos. Aparición que es la piedra angular de toda la comedia de enredo que se desarrolla dentro de la historia.

La función pone en entredicho el capitalismo extremo que, a veces, aparece en ciertas sociedades.

Aunque no es una función en contra del capitalismo, ya que no ofrece una alternativa mejor. Pero pone en entredicho la falta de escrúpulos de ciertos individuos dentro del capitalismo más férreo y radical. La deshumanización total de ciertos seres dentro de ese capitalismo radical.

-“El jefe del jefe” es una comedia de enredo cuyo humor es muy original y roza lo absurdo muchas veces. ¿Es así?

Es una propuesta de comedia de enredo, pero muy ácida y mordaz. Es como si mezclaras “The Office” con un poco de Harold Pinter, Ionesco o Monty Python en la manera de interpretar, muy a la inglesa. Lo que plantea Ricardo Hornos como director es hacer sufrir a los personajes y que ese sufrimiento sea desternillante. Y plasma cómo un artista metido en el ambiente de una empresa, y convertido en jefe de todo durante unos días, es capaz de darle la vuelta completamente a ese mundo despiadado del capitalismo, de la empresa, del consumo y de la venta. Y cómo el resto de personajes terminan contagiándose de esa empatía.

-Según Ricardo Hornos, director y coadaptador junto a ti de esta obra, “Hay aspectos culturales que hacen que ciertas situaciones, ciertos chistes, ciertos giros, ciertos guiños sobre todo, funcionen mejor en uno idioma que en otro. De modo que los espectadores se encontrarán con un texto poco danés y muy español. No solo en la lengua, sino en referencias geográficas y en giros idiomáticos”, ¿estás de acuerdo?

Lo que Ricardo Hornos y yo hemos decidido hacer con esta adaptación es, de alguna manera, traerla a la cultura más castiza, más castellana. Porque, evidentemente, el texto de Lars Von Trier, al ser un texto escrito para actores y para un público danés, que son gente muy inteligente, pero en el trato social son un poquito más asépticos, más fríos y más rectos; hay menos altibajos en su forma de relacionarse. De alguna manera se ha hecho una adaptación con un poquito más de sorna y los personajes son un poquito más apasionados. Y por otro lado, el lenguaje teatral lo que nos permite es jugar con eso, que es algo que en el cine no puedes hacer porque hay que ser un poquito más naturalista. En el Teatro nos vamos a permitir una serie de juegos dentro de esta comedia de enredo que le dan muchísimo vuelo, convirtiéndolo en un espectáculo completamente desternillante. La gente no va a parar de reír desde el principio hasta el final.

-¿Qué dos escenas de la función elegirías?

Uno de los momentos más fascinantes de la pieza teatral es cuando por primera vez el actor, interpretando al presidente de la empresa, reúne a todo el equipo y tiene que improvisar sin saber qué es lo que hacen en la empresa ni cómo se llama siquiera. Tiene que ir adaptándose, improvisando sobre la marcha para que no se note que realmente no tiene ni idea de nada y que su personaje está ahí por un motivo de fuerza mayor. Esa escena es desternillante e inusual.

-¿Cómo son los otros personajes?

Críspulo Cabezas es Gabriel, el verdadero jefe. Pero se esconde debajo de ese “jefe del jefe” que debe interpretar el actor. Manipula a los demás socios fundadores para mantener el status quo que pretende la empresa y, sobre todo actualmente, y así poder vender la empresa a sus anchas. Tiene a todos los personajes manipulados de forma diferente según la historia y el carácter de cada uno.

Carol Rovira es la tímida Merche. Este jefe de mentira la tiene completamente manipulada y enamorada por una historia bastante truculenta. Parece que el jefe ficticio también le corresponde ya que se comunica con ella, como con el resto, por mail. También es la intérprete del empresario chino. Sus traducciones provocarán enredos.

Viti Suárez es Jon, otro de los socios fundadores de la empresa y también da vida a Zhang, el empresario llegado de Shanghái para finalizar la adquisición de la empresa. 

Laura Laprida es Lila y mantiene una relación sexual por e-mail con el jefe ficticio. Hay una relación algo picante y muy políticamente incorrecta con ella.

Aure Sánchez es Álex, uno de los socios fundadores de la empresa. Es muy conciliador.

-¿Cuál es el principal mensaje de esta función?

Que el contraste de dos extremos como son la deshumanización y la falta de escrúpulos y la empatía y la humanización encuentran un equilibrio en la sociedad cuando se juntan.

Y añade “no puedo sentirme más identificado con la visión que plantea Von Trier. En mi monólogo “Bunkers” hablaba sobre la falta de Humanidad que hay en la venta de productos, en las relaciones empresariales y con el consumidor. Todo muy desternillante por el estilo Monty Python que buscaba encontrar en todos los números dentro del espectáculo. Una gozada interpretarlo, como lo es interpretar a este actor que pone patas arriba el malvado plan del co-protagonista de la función.”

RICARDO HORNOS, EL DIRECTOR

Es un adaptador y director de Buenos Aires (Argentina), aunque actualmente reside en Nueva York. Ha ganado cuatro premios Tony por sus trabajos en obras como “El Curioso Incidente del Perro a Medianoche”, “Ángeles en América”, “Hadestown” y “Company”. Además, recibió un premio Olivier por la producción del revival de “Company” en el West End de Londres. Como escritor, ha participado en múltiples proyectos de teatro y televisión en Argentina. Por su participación en la obra “Madres”, que estuvo más de un año en cartelera y sigue en el Teatro Met, consiguió una nominación a los premios Hugo.

Es una producción de MP Producciones y Rimas Europe. Fotografías de Pablo Lorente. Teatro Pavón.