Marta Poveda, Antonio Hernández Fimia, Natalia Llorente y Nacho Almeida son los protagonistas de esta obra escrita, dirigida y producida por Alma Vidal.  Con ellos hablamos.

MARTA POVEDA

-Preséntanos a tu personaje…

Mi personaje es Alma. La narradora/escritora de la función que se va desarrollando. Alma se proyecta a sí misma en otros dos personajes: Amalia (que interpreto yo) y Gonzalo (que interpreta Antonio Hernández). Alma juega a analizar y a reírse de sí misma, izando su ego a través de la historia que va contando. Necesita plasmar a través de sus historias la obsesión que tiene con el paso del tiempo, con la pérdida de la juventud y con el ansia de éxito.

-¿Qué tipo de historia nos narra la función?

Es una historia muy ácida y divertida. Es una comedia que se desarrolla en un bucle infinito, metateatral, donde los personajes transmiten narcisismo, miedo, inseguridad, deseo e incertidumbre a partes iguales. Alma cuenta su historia a través de Gonzalo y Gonzalo cuenta su historia a través de Amalia. El bucle de paralelismos es tremendamente sugerente dentro de un contexto filosófico, enmarcado en una gran comedia.

-Alma Vidal, la autora y directora de la obra, comenta que es “Un grito de una generación a la que se le ha prometido un éxito ficticio y narcisista, y que debe volver a encontrar la autenticidad y el sentido único de su existencia.” ¿Estás de acuerdo?

Sí y, desde luego, la idea plantea muchísimas complejidades. Es una generación en un marco social muy concreto. Son los hijos del Estado del bienestar, son los hijos de pedir una hipoteca para comprar una vivienda, son los hijos que, en su adolescencia, conviven con la disrupción tecnológica, en muchas ocasiones sobreprotegidos, los que han tenido la suerte de no tener que trabajar desde los 12 años, como hacían hace muy poco nuestros predecesores. Son tantos los matices a tener en cuenta, pero me gusta que lo defina como un grito generacional.

-¿Qué tiene este personaje para que no hayas podido rechazarlo?

Que me apetecía muchísimo trabajar con una autora tan joven y tan conectada con la dramaturgia contemporánea, que admiro muchísimo al resto del elenco, y que nunca me había enfrentado al reto de hacer un personaje que representa a la narradora. Me parece interesante afrontar cómo puedo enfrentarme a él desde un lugar que clarifique al espectador el desarrollo de la historia, pero que pueda tener matices y colores distintos.

-También comenta Alma Vidal que  es “Una obra abrasadora y dinámica que se sumerge en las nuevas referencias dramáticas para concebir el teatro como un espacio de investigación activa en las profundidades de la existencia humana.” Explícanos cómo lo ves tú…

Sí que es una narrativa bastante experimental, de profunda reflexión y tremendamente visual. Lo trágico se conjuga con lo hilarante e, incluso, lo disparatado, en un equilibrio muy difícil. Pero, desde luego, el talento de Alma está a la altura del reto.

-¿Dónde reside el humor de esta función? ¿Qué tipo de humor es?

El humor de esta función reside en el pánico que sufren los personajes al enfrentarse a vivir. También hay una bajada de humos al clasicismo artístico y a la burguesía de nuestra profesión desde el humor. Y creo que no nos viene nada mal.

-¿Qué crees que le aporta a la vida de las personas el ir al Teatro?

El espectáculo en directo jamás morirá.  Estoy teniendo la suerte de trabajar mucho en Teatro y de ver los teatros llenos. Las mil razones que puede tener la gente para ir al teatro (o lo que les pueda aportar) son tan subjetivas como maravillosas.

ANTONIO HERNÁNDEZ FIMIA

-Descríbenos a Gonzalo…

Gonzalo es un joven y apasionado dramaturgo a quien, al borde de los 25 años, le llega esa gran crisis que antes o después a todos nos transforma. Durante la función asistimos a las primeras grietas de su hasta ahora inquebrantable fe en el Arte. Nunca había tenido la oportunidad de interpretar a un personaje con quien tuviese tanto en común, nunca un proceso de ensayos me había ayudado a resolver tantas cuestiones sobre mí mismo. Gonzalo es un idealista, un espejo deformado donde mirarme (donde mirarnos) y uno de los mayores regalos que me ha dado hasta ahora esta profesión.

-En la presentación de la obra se dice que el principal tema del que trata es de “la gran crisis existencial de todo ser humano como es renunciar a la flor de la juventud”. ¿Sobre qué otros temas principales nos habla?

Habla también del duelo y de la soledad, de lo difícil que puede llegar a ser desprendernos de aquellas partes de nosotros mismos que nos causan sufrimiento. Es fácil echar la vista atrás y reconocer el progreso, pero en el camino diario, en la soledad del día a día, no es raro perder por momentos la esperanza. La obra habla también del lugar que ocupa el arte en todo este proceso.

-¿Alguna de las frases de tu personaje con la que te sientes identificado?

“Te echo de menos”.

-¿Por qué crees que se van a sentir identificados los jóvenes con esta historia?

Porque probablemente estén en ese momento donde por primera vez aparece un miedo del mismo color que el de Gonzalo, similar al que en algún momento todos hemos experimentado. No digo que el dolor sea el mismo, porque en “El Dios de la juventud” se presenta un dolor estilizado. Un dolor que hace tierra en sensaciones cotidianas y reconocibles, sí, pero cuyo objetivo no es únicamente mostrarlas, sino destilarlas en una expresión artística. No estoy de acuerdo con la afirmación de que la realidad supere la ficción. Si la ficción está bien construida, el techo de lo que podemos llegar a sentir excede con creces el de lo cotidiano.

-¿Una de tus escenas favoritas tiene lugar cuando…?

Gonzalo se queda sin batería en el móvil en el peor momento posible: cuando la gota, por fin, colma el vaso.

-¿Qué destacarías de Alma Vidal como Directora? ¿En qué se ha centrado con vosotros?

Es muy difícil hablar de la Alma directora sin atender también a la Alma dramaturga, así que rescato un fragmento del prólogo al libro de El dios de la juventud, publicado con ediciones Antígona, donde digo sobre Alma: “Alma Vidal logra a través de lo particular, de esas heridas profundas en la vida de quienes la rodean, acceder a la condición universal del ser humano, tomando la angustia ajena como propia, cuestionándose a cada nueva oportunidad, ampliando su vulnerabilidad a través de la del otro con un compromiso que excede las fronteras de lo literario.” Tiene una generosidad contagiosa.

El Dios de la juventud

NATALIA LLORENTE

-Descríbenos a los personajes que interpretas en la función…

Mari Luz, la madre de Gonzalo, está desesperada por entender a su hijo; Amalia, su ex, la chica que más le ha querido, se convierte, tras su pérdida, en la figura que le empuja a revisar sus decisiones y Lucía, la hermana pequeña, lo admira tanto que le gustaría ser como él, aunque ahora ve que Gonzalo quizá no sea el mejor ejemplo a seguir. Cada una, con su propio código, logra ponerlo en la Tierra, pese a que él las aparte constantemente. Además, interpreto a otros personajes que Gonzalo se va encontrando en este viaje.

-¿Una de tus escenas favoritas tiene lugar cuando…?

Sucede cuando echan a Gonzalo del trabajo y su madre quiere ayudarle. Es ese momento en el que las expectativas de Gonzalo se caen a pedazos y su madre es la única que sabe decirle la verdad. La forma en la que Gonzalo se enfrenta a la vida, su egocentrismo y la inexplicable generosidad de Mari Luz son los ingredientes perfectos para una escena que mezcla la risa con el dolor.

-La escenografía es un diseño de Iván López Ortega. ¿Cómo es?

Literalmente hay una vía de tren. Una vía en la que tenemos dos lados, quizá uno real, quizá otro ficticio, y dos direcciones por las que también se puede avanzar o retroceder a través de unos vagones. Y en las que aparecen, para todos, muchas paradas inesperadas.

-Según Alma Vidal, “Se trata de una obra existencialista y parcialmente trágica, donde el ego del joven artista y su patética lucha por la resistencia están en el punto de mira de la dramaturgia y la escenificación. “ ¿Qué añadirías al respecto?

Que el público se va a divertir con este genio inconformista y soñador de Gonzalo que vive una transformación que él considera absolutamente traumática, pero que todos hemos experimentado en algún momento. Todas esas situaciones delirantes, creo, le van a resultar al público extrañamente familiares, y seguro que les sacará una sonrisa.

-¿Tus frases favoritas?

 “La juventud no muere y ya. No puede ser todo tan absoluto.” (Lo dice la ex de Gonzalo).

“Muy bien, cariño, pero cuando lleguen los problemas, los problemas de verdad, la que va a estar ahí va a ser tu madre.” Y “A veces, las personas a las que queremos se van.” (las dice la madre).  Y “No pasa nada porque sea tu cumpleaños; a mí me gustaría tener veinticinco.” (lo dice su hermana).

NACHO ALMEIDA

-¿A qué personajes interpretas en la función?

Interpreto ocho personajes muy alejados entre sí. Ni que decir tiene que eso es un regalo para cualquier intérprete. Y una de las cosas que más me gusta de esto es que ninguno de ellos es negro. Ninguno tiene un conflicto relacionado con su raza ni es extranjero.

-Según tu opinión, ¿De qué temas nos habla esta función?

Habla de la soledad de un artista incomprendido. Del arte y del compromiso del artista. Y, por supuesto, del amor.

El Dios de la juventud

-¿De qué forma invitarías a los jóvenes a que vayan a ver la función?

En un mundo cada vez más ansioso, donde no tenemos tiempo para convivir con nosotros mismos y solo tratamos de huir de la realidad, creo que los jóvenes van a ver en Gonzalo (el protagonista) a un chico perdido, con grandes sueños, incomprendido y agotado. Y se van a reconocer en sus torpezas, en sus miedos y en sus anhelos.

-¿Una escena de tu personaje que te gusta sucede cuando…?

Gonzalo sufre una de sus crisis y termina siendo atendido por una señora inglesa y un señor policía que piensan que tiene la rabia.

-¿Y una frase de tu personaje que destacarías?

‘No se trata de cómo escribes, se trata de cómo le hablas a tu madre’. Retratos y fotografías de ensayos de Jesús Romero de Luque. Gran Teatro Pavón.