Es una de las protagonistas de esta adaptación de la obra de Lucy Prebble (creadora de la serie “Succesion”) que ha sido dirigida por Juan Carlos Fisher. Una experiencia teatral intensa y estimulante que examina con profundidad y humor el origen del amor y los límites de la ética. Alicia Borrachero, Itzan Escamilla y Fran Perea completan el elenco.

-¿Cómo les contarías a nuestros lectores la historia de esta función?

Es un viaje entre lo que decimos ser y lo que realmente somos; entre lo que decimos querer y lo que queremos de verdad. Connie y Tristán, dos jóvenes muy diferentes que se prestan a participar en un ensayo clínico con un medicamento. A medida que avanzan los días, bien por efecto del medicamento, bien por las circunstancias del propio ensayo o bien por lo que uno produce en el otro, tanto Tristán como Connie comenzarán a ser personas bien diferentes a las que vemos en un primer momento. Quizá su verdadera versión de cada uno. Y, además de ellos, los dos médicos, que también muestran una fachada que se desquebraja a medida que la historia transcurre y se descubren antiguos sucesos del pasado.

-Preséntanos a Connie, tu personaje…

Es una chica que aparenta seguridad, que sabe lo que quiere y que parece que pisa fuerte. Hace lo que tiene que hacer, lo que se espera de ella. Es disciplinada y no se plantea que las reglas se puedan romper porque es de la clase de personas que cree que una norma es buena per sé, que si están es por algo. Pero Connie encierra muchas contradicciones; y entrar a formar parte de este ensayo clínico la colocará delante de un espejo que la obligará a tener que afrontar esas contradicciones, y en ese ensayo entrará en contacto con personas que despertarán en ella sentimientos inesperados e, incluso, desconocidos.

-¿Qué relación mantiene Connie con sus médicos supervisores, interpretados por Alicia Borrachero y Fran Perea?

Al principio, de confianza. En especial con el personaje de Alicia. Connie es una chica disciplinada y por ello sigue a rajatabla las instrucciones del ensayo y confía plenamente en lo que le pide la doctora, a quien posiblemente incluso la vea como un modelo a seguir. Pero la propia evolución de Connie provocará la evolución de la relación con los médicos. Aparecerá el conflicto y ahí comprobaremos hasta qué punto un conflicto entre dos personas puede resultar catártico y puede reforzar vínculos a la vez que romperlos.

-Se comenta en la presentación de esta obra que “es una experiencia teatral intensa y estimulante que examina con profundidad y humor el origen del amor y los límites de la ética…”, ¿estás de acuerdo?, ¿Por qué?

‘El efecto’ es un viaje de emociones, un viaje sensorial. Es una obra en la que tan importante como el texto o la interpretación es la atmósfera creada por una escenografía minimalista y por la música y la luz, que funcionan también como herramientas narrativas. Esto sumerge al espectador en la historia y le permite conectar con las vivencias de los personajes con los que, de alguna forma u otra, todos nos podemos sentir identificados en algo. Al menos, entender cómo se pueden sentir. La obra busca remover al espectador.

-¿Sobre qué otros temas nos habla esta función?

La obra habla de las personas, de la vida. Del amor, de las contradicciones, de la ilusión de la juventud, del miedo a la incertidumbre, del miedo a quitarnos complejos y a ser lo que queremos ser, de aquellos para los que el fin justifica los medios y también de aquellos para los que el cómo es mucho más importante que el qué. Muestra personajes poliédricos y complejos en los que no hay blancos o negros, sino grises, y donde todos somos dueños y víctimas de nuestras decisiones. Es una mirada al interior de las personas.

-¿Tus dos escenas favoritas son…?

La escena en la que Connie y Tristán huyen de ese encierro y empiezan a conocerse más, y la escena final que es desoladora pero lanza un mensaje muy bonito…

-¿Cuáles son los principales motivos por los que aceptaste interpretar este personaje?

Por todos los matices que tiene mi personaje, Connie. Por la complejidad del texto, de la historia. Por Juan Carlos, el director. Y, por supuesto, por mis compañeros que son un reparto maravilloso y con los que aprendo y disfruto cada día en cada función que hacemos.

-¿Es una gran responsabilidad o no subirse a un escenario cuando eres una actriz muy popular?

Subirse al escenario es una gran responsabilidad siempre porque el público está ahí para ver tu mejor versión, ha pagado y está invirtiendo algo mucho más importante que el dinero: su tiempo. Y también tienes un compromiso con tus compañeros de función, que seguro lo darán todo a tu lado. Con esta filosofía y este compromiso he salido siempre al escenario. Y no cambiará nunca sea más o menos conocida porque si un actor o actriz deja que la popularidad le condicione su trabajo, nunca podrá dar lo mejor de sí mismo/a.

-¿Crees que influye positivamente como atractivo para el público?

Influye como reclamo. Al final, en el teatro, como en el cine o como cuando estrenas una serie, es más fácil que el público le dé una oportunidad a algo si conoce a quienes forman parte del proyecto. También puede provocar el efecto contrario, que alguien decida no ver algo por quién está ahí. El ser conocido hace que el público tenga una opinión sobre ti y sobre tu trabajo porque te han visto en otros proyectos. Por eso, yo intento dar siempre lo mejor en cada proyecto.

-¿Qué destacarías de Juan Carlos Fischer como director?

Su olfato por los buenos textos y su intuición a la hora de plantear la puesta en escena. Es un director que apuesta mucho por lo potente que pueda ser el actor/actriz y su palabra, y eso como y te pone en una situación de vértigo que, para mí, es muy motivador cuando haces teatro. Retratos de Javier Naval. Fotografías de escena de Elena C. Graiño.